La Iglesia necesita, como mínimo, otra política de comunicación. Al menos esa es una de las conclusiones que cabe extraer de la encuesta que hoy publicamos con motivo del trigésimo aniversario de nuestra Democracia. A tenor de las respuestas de los ciudadanos, pocos parecen recordar hoy el papel decisivo que tuvo en la Transición el cardenal Enrique y Tarancón, o el que había desempeñado Pablo VI oponiéndose a la dictadura franqista.
Así, una mayoría (45,5%) considera que la Iglesia fue un obstáculo para el establecimiento de la democracia en España, frente a un 26,4% que valora su contribución a la consolidación del Estado de Derecho. El sondeo refleja, además, que los ciudadanos tienen una idea de la Iglesia más cercana a la caricatura anticlerical que de ella se ha hecho que posiblemente a su imagen real.
Sólo así se entiende que sean amplia mayoría quienes prefieren que la institución no se implique en manifestaciones (63,6%), mayoría también quienes opinan que la ayuda que recibe del Estado es «excesiva» (41,3%) y mayoría aquéllos que consideran que el resto de confesiones deben recibir el mismo trato financiero que la religión católica (53,6%).
La contundencia de estos datos llama más la atención por el notable prestigio del que siguen disfrutando en el ámbito educativo los colegios regentados por órdenes religiosas; o si tenemos en cuenta que más de la mitad de los españoles se declara católico y, de ellos, cerca de un 20%, asegura que es practicante; o si consideramos la alta valoración que la acción caritativa y social de la Iglesia goza gracias a algunas de sus entidades, como es el caso de Cáritas.
La jerarquía católica está obligada a hacer una reflexión acerca de la imagen que la institución transmite a la sociedad, no sólo ya por los resultados de nuestra encuesta de hoy, sino por el distanciamiento que se ha producido en estos años entre la Iglesia y los ciudadanos.
(El Mundo)