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El retorno de Xavier García Albiol ?cuya ideología de extrema derecha es sobradamente
conocida? a la Alcaldía de Badalona, vuelve a manifestar las consecuencias de la división de la izquierda. Eso de La división de la izquierda es un tópico muy manido pero también podemos ver que es un tópico con una base muy real. Y en la vida real, cuando vemos que un fenómeno se repite una y otra vez, lo lógico es pensar que alguna causa tiene que haber para esas repeticiones. La frecuencia con que se dan estas divisiones en la izquierda ¿no nos debería llevar a preguntarnos sí no habrá alguna raíz que explique por qué surgen todas estas ramas enfrentadas?
¿Alguna base en la que se apoye el recurrente fenómeno de la división?
Buscando esa base podíamos pensar que en el anarquismo, con su exaltación de la libertad
individual, no es extraño que aparezcan posturas muy distintas, y que nadie quiera ceder para deponer la suya, o para buscar un entendimiento con las otras posturas. Pero también
encontramos esas divisiones y enfrentamientos dentro del campo de la izquierda que se puede
considerar más o menos heredera de Marx,. Pero aquí tendríamos que pensar en motivos muy
distintos.
Es bastante conocido que Marx consideraba la economía como una ciencia natural, sujeta a
unas leyes que pueden ser descubiertas haciendo un análisis científico de la evolución de las sociedades. El resultado es la tesis del socialismo científico. Llegaremos al socialismo gracias a una evolución que está prevista en las leyes de la economía. En esta visión no tiene ningún papel un socialismo ético, y Marx lo rechaza como un idealismo pernicioso.
Las consecuencias de esta tesis son claras: en una visión clásica de la ciencia, la única que existía en los tiempos de Marx, cualquier problema de física o de matemáticas tiene una
solución correcta y sólo una, una solución diferente sería errónea. Cuando enfocamos los
problemas sociales con esta visión fácilmente se tiende a pensar que la solución que nosotros vemos, la que responde al análisis de la situación que hemos hecho, es la única correcta y que todas las demás, de una manera u otra, están equivocadas. El conocido libro de Dolores Ibárruri EL ?NICO CAMINO expresa bien esta forma de pensar. Cuando se piensa que el camino para alcanzar un objetivo es único, los que van por otro camino, aunque sea un camino paralelo y con el mismo objetivo, son unos desviacionistas, que perjudican el avance por el camino correcto y, por tanto, hay que combatirlos.
Este planteamiento hoy me parece muy cuestionable por un doble motivo. ¿Podemos seguir
considerando la economía como una ciencia natural a la vista de los repetidos y graves errores cometidos por los economistas convencionales? Por otra parte, a la vista está que la misma evolución de la sociedad prevista por el socialismo científico de Marx no se ha cumplido.
Tendríamos que volver a una concepción de la economía como una ciencia humana, sujeta por
tanto a las decisiones humanas, y sometida a las exigencias de la moral y la ética. Aquí entra el hecho de que la ética y la moral no tengan ningún papel en el pensamiento de Marx, lo cual facilita el que los intereses personales y los egos tomen el protagonismo, y recubiertos con los planteamientos políticos más presentables, lleven a un enfrentamiento cainita. Algo que parece bastante frecuente.
Por otro lado, la física actual nos da una imagen de las profundidades del mundo físico muy
distinta a la que regía en tiempos de Marx. Esta imagen nos puede servir, en cierta manera, de inspiración para analizar los fenómenos que ocurren en las sociedades humanas. En la física cuántica el principio de indeterminación de Heisenberg nos dice que es imposible conocer al mismo tiempo todos los datos que se refieren a una partícula subatómica. Si lo que miramos es la sociedad humana con toda su complejidad, tendremos que admitir también un principio de indeterminación. Nadie es capaz de abarcar todos los factores que influyen en la evolución de la humanidad de tal manera que pueda señalar sin dudas el camino correcto por el que debemos avanzar.
En el mundo cuántico también nos encontramos con que la explicación de determinados
fenómenos depende del experimento que hagamos. Según esto, la luz podemos verla como
un chorro de partículas o como un frente de ondas. El principio de complementariedad de
Bohr nos dice que las dos cosas son ciertas, que la luz que percibimos está formada al mismo
tiempo por corpúsculos y por ondas.
¿No podían estos principios orientarnos para gestionar nuestras diferencias en el campo de la política? ¿Puede pensar alguien que su postura es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? Nos ayudaría mucho a resolver nuestras diferencias y nuestras divisiones si nos convenciéramos de que nadie tiene la solución perfecta para todos los problemas, y que la diversidad de opciones no tiene que llevarnos al enfrentamiento, sino que debemos mirarlas como opciones complementarias que enriquecen el campo común.
Claro que en el mundo cuántico también rige el principio de exclusión de Pauli. Hay órbitas
prohibidas para los electrones que giran en torno al núcleo del átomo. En política, el actuar guiados por dogmatismos excluyentes se ha mostrado claramente como una órbita prohibida, y hacerlo movidos por los intereses personales y los egos sería otra. ¿Lograremos alguna vez superar esas órbitas destructoras?