Tercer Domingo de Adviento. Ciclo b. El evangelio del tercer domingo de Adviento vuelve a presentar la figura de Juan, desde la perspectiva de Lucas, que ha puesto de relieve eso que pudiéramos llamar la moral de igualdad y comunicación humana de Juan Bautista.
Éste no es aún el mensaje de Jesús, que es perdón de Dios y gracia, sino el mensaje moral de los profetas que preparan el camino de Jesús, conforme a la visión de Lucas. Esto es lo que el profeta pide a todos los hombres, simplemente en cuanto seres humanos, antes de esperar a que se hagan cristianos.
1. Juan, una justicia para todos
El texto del domingo tiene dos parte bien marcadas. La primera (a) recoge y actualiza partiendo de Juan Bautista el mensaje moral de los profetas. La segunda (b) retoma el motivo apocalíptico de Juan Bautista, que es el dominante en los evangelios de Mateo y Lucas.
(a) 10 La gente le preguntaba: – ¿Qué tenemos que hacer? 11 Y les contestaba: –El que tenga dos túnicas, que le dé una al que no tiene ninguna, y el que tenga comida que haga lo mismo. 12 Vinieron también unos publicanos a bautizarse y le dijeron: –-Maestro, ¿qué tenemos que hacer? 13 Él les respondió: –No exijáis nada fuera de lo fijado. 14 También los soldados le preguntaban: – ¿Y nosotros qué tenemos que hacer? Juan les contestó: –No uséis la violencia, no hagáis extorsión a nadie, y contentaos con vuestra paga.
(b) 15 El pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías. 16 entonces Juan les dijo: –Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no soy digno de desatar la correa de las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. 17 En su mano tiene el bieldo para aventar su parva y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará en un fuego que no se apaga. 18 Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena noticia.
Aquí dejamos de lado la segunda parte, de tipo apocalíptico, abierto al Evangelio de Jesús. En la primera parte del texto, Lucas presenta a Juan como portador de un mensaje universal, que puede aplicarse y se aplica de igual modo a judíos y paganos.
2. Análisis del texto. Juan Bautista y los derechos humanos.
Lucas presenta a Juan Bautista como portador de un mensaje universal de justicia, un mensaje abierto a todos los pueblos, sin distinción. Esa justicia se expresa en forma de reconciliación y servicio mutuo y se expresa en los tres planos de la vida. Es aquí donde, a mi juicio, debería situarse el mensaje de la Iglesia cuando habla a la sociedad civil, sin necesidad de apelar a Jesús. Este menaje profético ha de aplicarse de un modo universal y se centra en las “tres cuestiones” básicas de la primera parte del texto (parte a). De la segunda parte (parte b) hemos tratado el pasado domingo.
Norma 1. Mensaje universal: para toda la gente: “El que tenga dos túnicas, que le dé una al que no tiene ninguna, y el que tenga comida que haga lo mismo”. Los problemas de fondo son comida y vestido, la exigencia de la “moral profética” es el compartir: “El vestido” son las posesiones: quien “conserve” o tenga dos túnicas (o dos euros) mientras otro no tiene nada… va en contra de la moral profética (que aquí tomamos como “moral natural”)….Quien almacene comida mientras otro pasa hambre… no puede ni siquiera acercarse a Jesús. Ésta es la única moral, éste es el único mensaje profético para todos los hombres, sean o no cristianos. Aquí no se trata de creer en Jesús, ni aceptar la iglesia, ni de defender dogmas o jerarquías y privilegios clericales… La verdad profética está en compartir la vida.
Norma 2. Mensaje para los publicanos: “No exijáis nada fuera de lo fijado”. Publicanos son los que dirigen la economía, cobrando los impuestos para los servicios públicos… En sentido extenso, publicanos son todos los que “manejan” dinero público (desde las multinacionales hasta los empleados de hacienda). Juan Bautista supone que hay un orden económico, hay algo que está “establecido” (en griego: diatetagmenon). Hay una taxis, un tipo de “sistema” que regula las relaciones económicas, al servicio de todos… Pues bien, Juan Bautista les pide a los “gestores” de ese sistema que sólo “exijan” (que sólo cobren) lo regulado. Eso significa que tiene que haber publicanos, personas que organizan el sistema económico… Pero ellas no pueden hacerse dueñas del sistema para servicio particular, sino para bien de todos. Y aquí se vuelve a la norma primera: la economía ha de estar al servicio del reparto de túnicas y de comida (es decir, de humanidad).
Norma 3.Mensaje para los soldados. Quizá lo más extraño de todo es que Juan Bautista admite la necesidad de unos “soldados” que, en su tiempo, pueden entenderse casi como “policía” al servicio del orden del imperio. No es antimilitarista, no es anarquista… Igual que admite un orden económico admite un orden social de fuerza… Pero pide a los soldados tres cosas. (a) No uséis la violencia. Estamos ante la visión de unos soldados que no son portadores de violencia, sino ministros de la paz, es decir, de un orden social que no puede imponerse matando, sino protegiendo y ayudando. Éstos soldados tendrían que ser unos “pacifistas activos”, dispuestos, en el fondo, a dejarse matar para proteger a los débiles. (2) No hagáis extorsión a nadie.
El texto utiliza una palabra muy plástica “me sykophantêsete”, no ser “psicofantes”, no utilizar la propia ventaja para oprimir a los demás. Esto significa, en el fondo, no utilizar el poder para servicio propio, no acusar a los demás y oprimirles, buscando así la ventaja propia. (3) Contentaos con vuestra paga. El poder de las armas se ha asociado desde antiguo al robo y al enriquecimiento. Juan pide a los soldados que no utilicen su poder para enriquecerse.
Conclusión y apéndice.Juan Bautista según F. Josefo y según Lucas
Ésta es la moral natural de Juan Bautista… Éste es para Lucas el punto de partida para llegar al evangelio. Jesús es algo más (es gratuidad). Para llegar a Jesús hay que pasar por Juan Bautista.
De esa forma, el evangelio de Lucas se sitúa cerca del historiador Flavio Josefo que, por aquellos mismos años (hacia el 90 d. C.) presenta a Juan como a moralista, que pide la conversión interior para los hombres
Juan, de sobrenombre Bautista… era un hombre bueno que recomendaba incluso a los judíos que practicaran las virtudes y se comportaran justamente en las relaciones entre ellos y piadosamente con Dios y que, cumplidas esas condicione, acudieran a bautizarse…, dando por sentado que su alma estaba ya purificada de antemano con la práctica de la justicia.
Y como el resto de las gentes se unieran a él (pues sentían un placer exultante al escuchar sus palabras), Herodes, por temor a que esa enorme capacidad de persuasión que el Bautista tenía sobre las personas le ocasionara algún levantamiento popular (puesto que las gentes daban la impresión de que harían cualquier cosa si él se lo pedía), optó por matarlo, anticipándose así a la posibilidad de que se produjera una rebelión… Entonces, Juan, tras ser trasladado a la fortaleza de Maqueronte, fue matado en ella» (Antigüedades, XVIII, 116-119; Trad. J. Vara, Akal, Madrid 2002).
Josefo ha querido presentarle como un moralista, parecido a los estoicos y cínicos de su entorno, un predicador de la virtud, en la línea de Lucas 3, 10-14. Pero aún así hay una diferencia básica. Josefo parece destacar más el aspecto interior y personal del mensaje de Juan. Lucas en cambio pone de relieve el aspecto social.