19 de septiembre: memoria, resistencia y esperanza -- Secretariado Social Mexicano

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Cada 19 de septiembre, México se detiene un momento para recordar. Dos fechas, dos sismos, dos heridas profundas que marcaron la historia del país: 1985 y 2017. Más allá del dolor inmediato, estos eventos nos obligan a mirar con claridad las condiciones sociales, políticas y urbanas que los agravaron y a preguntarnos qué hemos aprendido como sociedad.

El sismo de 1985 dejó miles de muertos, desaparecidos y un tejido urbano destruido. Pero también, y quizá con igual fuerza, dejó un legado de organización ciudadana sin precedentes. Frente a la inacción de un Estado que ya mostraba su incapacidad y que caminaba hacia la apertura neoliberal, surgieron los movimientos urbano-populares que tejieron redes de solidaridad y rescate. Vecinos, estudiantes, mujeres, sindicatos y grupos ciudadanos se unieron, demostrando que la sociedad civil podía, ante la emergencia, suplir lo que el gobierno no podía o no quería hacer. Nació así un México donde la acción colectiva no solo se volvió necesaria, sino posible y transformadora.

Treinta y dos años después, el 19 de septiembre de 2017, otro sismo sacudió la Ciudad de México y varios estados. La tragedia fue diferente: el Estado ya no solo fallaba, sino que se mostraba coludido con intereses inmobiliarios, con empresas y cárteles urbanos que lucraban con la precariedad y la corrupción. Aun así, la respuesta de la sociedad civil fue igualmente heroica. Voluntarios, colectivos, brigadas vecinales y jóvenes estudiantes respondieron con organización, solidaridad y creatividad. La ciudadanía, nuevamente, se convirtió en el corazón de la emergencia.

Estos dos eventos nos enseñan que la memoria histórica es más que recordar cifras de muertes o edificios colapsados. Es aprender a leer las estructuras que generan vulnerabilidad, a reconocer los límites del Estado y la importancia de mantener una sociedad civil activa y vigilante. Nos recuerdan también que el poder y la impunidad no son eternos, pero que la organización ciudadana, la solidaridad y la ética colectiva sí pueden marcar la diferencia.

Hoy, frente a un gobierno y un contexto social cambiantes, los desafíos siguen presentes. La amenaza de desastres naturales, la presión de intereses económicos y la persistencia de desigualdades urbanas nos obligan a reflexionar: ¿hemos aprendido de los errores de ayer? ¿Estamos construyendo ciudades y comunidades resilientes, participativas, equitativas, eco-sociales? ¿Cómo podemos fortalecer los movimientos populares y las redes vecinales para que la solidaridad no solo sea reacción, sino política transformadora?

Recordar el 19 de septiembre es honrar a las víctimas y a quienes, con coraje y corazón, se convirtieron en protagonistas de la reconstrucción. Pero es también un llamado a la acción: a fortalecer la participación social y política, a exigir transparencia y justicia, y a consolidar una sociedad que sea capaz de resistir, transformar y proteger la vida de todas y todos.

En la memoria de los sismos y de sus lecciones, se nos invita a no repetir la pasividad del pasado, a reconocer nuestra fuerza colectiva y a trabajar por una nación más justa, solidaria y resiliente. Cada 19 de septiembre, la historia nos interpela y nos recuerda que la acción ciudadana es, y siempre será, nuestra mejor herramienta para enfrentar la tragedia y construir esperanza.

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