Entre las cosas que me han llamado hoy la atención, están estas palabras leídas en dos artículos: ??? el congresista republicano Dan Burton apareció en una rueda de prensa en Managua el fin de semana pasado con el fin de lanzar descarnadas advertencias contra Ortega, y especialmente contra sus potenciales electores. Dijo que el sandinista significa «un peligro» para los intereses norteamericanos.?? (Ariel Florit) Y por otra parte: ?Una de las palabras clave, a mi entender, en el lenguaje de la Iglesia de esta nueva época en la que entramos, es: compartir, y esto hacerlo en favor de los desfavorecidos y las víctimas del actual desarrollo social.?? (Javier López Díaz). Las ingerencias de Estados Unidos en Nicaragua y otros países latinoamericanos, no son novedad. La palabra compartir en el discurso eclesial y en la práctica de muchos cristianos anónimos, tampoco es novedad; las limosnas con nombre y apellidos suelen tener muy poco de cristianas. Por cierto que estoy reflexionando en estos días, desde el ámbito de la misión evangélica y eclesial, acerca de la diferencia entre testigo y protagonista, y creo que nos faltan testigos y sobramos, quizá, protagonistas?? En fin, pocas novedades, pocos cambios. Novedad sería que América Latina entera -encabezando el cambio Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua?? ¿por qué no?- se uniese para hacer valer los derechos de todos sus hijos e hijas, en diálogo y acuerdos con otros bloques humanos, porque de lo que se trata, ante todo, es de vernos y tratarnos como personas humanas, no de hacernos la guerra porque ambicionamos los recursos de los que pueden vivir los otros. En 1980, Monseñor Oscar Romero era asesinado en San Salvador, y en 1981, en Managua, en la fachada de nuestra iglesia parroquial, habíamos puesto una gran manta que rezaba: ?Amar es compartir, no acumular. Si Nicaragua venció, El Salvador vencerá??, y me parece que ya entonces, hace veinticinco años, estábamos en las mismas: ingerencia norteamericana y palabras que no lograban encarnarse del todo?? No somos ciegos para no ver el desarrollo tecnológico, del que muchos de nosotros y muchas veces nos servimos en nuestra vida diaria y en nuestro desempeño laboral u otros ámbitos?? Pero, cuando vemos, escuchamos, pensamos y soñamos en clave de persona, de pueblos empobrecidos, de derechos humanos y de hechos inhumanos?? nos preguntamos: ¿qué está cambiando?… Se ha satirizado mucho a quienes pretendían cambiar el mundo escribiendo lo que descubrían entre los anaqueles repletos de libros; pero, ¿es un cambio sustancial el razonar y escribir sobre lo descubierto en las páginas web?…
¿Dónde está la realidad que queremos transformar para que sirva a las personas: a toda la persona y a todas las personas?…
Es una pequeña reflexión inconclusa lo que les propongo, no más.
batallaop@gmail.com SAN SALVADOR (EL SALVADOR)