Cuando el sacerdote tercermundista Jerónimo Podestá decidió emprender su camino de vida junto a ella, el Vaticano comenzó a enviarle cartas exigiéndole que la deje. ?No vea más a esa señora, aléjese??, le reprochaban. ?¿Por qué no dicen nunca mi nombre???, le cuestionaba su señora.
?Esa mujer?? es Clelia Luro, que junto a su marido se convirtieron en un emblema mundial de la lucha por el celibato optativo, aunque remarca que lo trascendental fue el camino que recorrieron juntos por una iglesia renovada, más abierta y libre, comprometida con los Derechos Humanos y los más necesitados. Los mismos conceptos que la acompañaron de joven, cuando estuvo en El Tabacal (Salta) ejerciendo medicina preventiva con indígenas, y los que Clelia (presidenta vitalicia de la federación a sus 85 años) pone al frente en las jornadas que organiza en su casa, considerándolos esenciales más allá del pedido del celibato optativo.
En su palier se ubica la biblioteca con retratos, artesanías peruanas junto a libros de teología que se mezclan con otros del Che, Evita y ?la fuerza histórica de los villeros??. Con ojos vidriosos, Clelia (que tuvo seis hijas) recordó al obispo brasileño Helder Cámara, el ?profeta?? que bendijo la relación, y a Jerónimo, el hombre que falleció el 23 de junio de 2000, pero que sigue a su lado. Hace tres meses salió el libro ?Jerónimo Obispo, un hombres entre los hombres??, considerado por ella como ?una autobiografía posmortem??, con escritos de él desde su juventud hasta su ida.
?Lo que más me impactan son las cartas a Cámara o al obispo Tortolo, donde trasunta el dolor y la soledad que le hacían vivir, si bien aclara que conmigo nunca estuvo en soledad. Obispos amigos que se le apartan… Ese dolor me aprieta el alma.?? Y cuenta sobre las advertencias de Podestá (desplazado como obispo de Avellaneda a fines de 1967, durante la dictadura de Onganía) sobre el clima de violencia que iba en aumento: ?Nosotros salimos del país por amenazas de muerte de la Triple A en 1974. Fuimos directo al Vaticano y le dijo al Secretario de Estado que sólo la Iglesia podía parar el baño de sangre que se venía. Pero sólo guardaron silencio.??
?¿Cómo fue iniciar una relación en la Argentina de mitad de los ?60?
?Cuando lo conocí era un obispo fuera de serie. ?Acá me juego la vida??, pensé, porque yo fui militante de siempre, por la justicia y los Derechos Humanos. Y encontré alguien que luchaba por lo mismo. Al principio trabajaba con él, de hecho cuando arranqué a pensar lo nuestro era un imposible. Fue Cámara el que nos unió en el ?66. Se apareció en Mar del Plata, nos tomó de la mano y le dijo: ?Usted tiene que cumplir una misión con Clelia. No le tenga miedo.?? Por eso digo que a mí me casó la Iglesia.
?En un cura casado, casi siempre se habla del hombre. ¿Qué siente la mujer?
?La sociedad responsabiliza a la mujer. Somos las malas de la película. Y la mujer sufre por ella y por lo que sufre el hombre.