Mesa redonda con Aminata Barry Touré
En el marco de las actividades de la plataforma “Quién debe a quién” (asociación que lucha por la abolición de la deuda externa y la restitución de la deuda ecológica), el pasado marzo la presidenta de la Coalición de Alternativas a la Deuda y el Desarrollo (CAD-Malí), Aminata Barry Touré, ofreció una mesa redonda para hablar sobre la situación actual de Malí y la realidad de la deuda.
Impacto de la deuda y de la inversión externa sobre la población
“El neocolonialismo económico comenzó con las independencias de los países africanos”… manifestó firmemente Touré al inicio de la conferencia. Paradójicamente las instituciones financieras internacionales intervinieron más tarde auspiciando planes de ajuste estructural e importantes procesos de privatización que prometían mejoras en el nivel de vida de la población. En Malí, el 90% de las empresas fueron privatizadas.
El estado se desentendió de las políticas públicas en materia de sanidad, educación e infraestructura y estas competencias recayeron en las pequeñas aldeas, donde vive la mayor parte de la población de Malí. Con la liberalización del sector ferroviario, por ejemplo, 600 trabajadores fueron despedidos y una gran cantidad de estaciones fueron cerradas con el fin de agilizar las rutas. Estos criterios de eficiencia y optimización de recursos no tuvieron en cuenta el considerable número de ciudadanos que vivían del comercio en torno a las estaciones.
Voces del sur y sus demandas
Malí encabeza la lista de países altamente empobrecidos. El 40% del área del país es territorio desértico, la zona más abandonada por el estado en materia de infraestructuras y salubridad y donde casualmente vive la mayor parte de la población. Como resultado del paquete de privatizaciones (que también incluyó los servicios básicos), sólo el 15% de la población tiene acceso a energía y agua.
“Los servicios sociales no son productivos, por lo que no son una prioridad en la agenda de las instituciones, antes está la deuda externa”. Las imposiciones de occidente ordenan que una considerable cantidad del presupuesto público anual del estado vaya destinado al pago de la deuda externa, que actualmente asciende a 3 mil millones de euros.
El algodón junto con el oro, son las principales exportaciones del país y el foco de atención de las multinacionales occidentales. A finales de febrero, dos compañías petroleras extranjeras firmaron acuerdos de explotación de gas y petróleo con el gobierno de Malí. A pesar de que el presidente Touré ha manifestado su alerta por la “maldición de los recursos”, el informe publicado por Intermon Oxfam el pasado febrero, “Tesoro Escondido: En busca de los ingresos por la mina de oro de Malí”, alertaba sobre las carencias en la capacidad gubernativa y legislativa para asegurar la suficiente transparencia de las compañías mineras foráneas que explotan los recursos auríferos de Malí.
En los últimos meses el gobierno de Malí está implementando una política de reforma agraria con el fin de redistribuir las tierras; “sin embargo, la población carece de dinero para poder comprar sus parcelas de tierra sobre las que no tienen contratos de propiedad”, lo que está provocando una desplazamiento masivo a las ciudades o fuertes movimientos migratorios a Europa. La realidad es que el 37% del PIB del país lo constituyen las remesas enviadas desde el exterior. “Es una consecuencia que nace de la necesidad de sobrevivir”, confesó Touré.
Por un Foro de los Pueblos
La sociedad civil de Malí se manifiesta y las plataformas que piden alternativas al sistema se multiplican. El año pasado Bamako acogió el 6º Foro Social Mundial; en febrero fue el turno del Foro para la Soberanía Alimentaria-Nyéléni. La ejemplar marcha de la democracia en este país se refleja en una ciudadanía movilizada que pide cuentas al orden mundial. “Tenemos que movilizarnos y trabajar conjuntamente, somos la misma comunidad”, exclamó Touré.
El próximo mes de julio, la Coalición de Alternativas a la Deuda y el Desarrollo (CAD-Malí) que preside Aminata Touré, organizará la 6ª edición del Foro de los Pueblos, una iniciativa de la sociedad civil de Malí que pretende ser un lugar de encuentro e intercambio entre campesinos, trabajadores y representantes de movimientos sociales internacionales.
En sus orígenes el foro movilizó a 500 personas… “hoy son más de 1600”, exclamó satisfactoriamente la organizadora.
Anualmente se analiza la problemática fundamental de la región en la que se celebra: la privatización ferroviaria, el agua, la exploración del petróleo por Francia y Estados Unidos… “Nuestro objetivo ahora es hacer una auditoria sobre la deuda externa de Malí para ver realmente quién debe a quién”.
Cuando se le pregunta qué es lo que la sociedad civil occidental puede hacer, su respuesta es clara y contundente: “se debe ejercer la ciudadanía, crear redes de intercambio de información; para que las noticias que no llegan a nuestro país se sepan y nosotros podamos movilizarnos”.