El Obispo de Chiapas, Felipe Arizmendi, aclara que no promueve a los diáconos casados para el presbiterado. Su comunión con Roma es siempre fiel y menciona que es su deber mostrar el sentir de lo que siente el pueblo chiapaneco.
San Cristóbal de las Casas, Chiapas a 24 de enero de 2007
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Algunos medios informativos han difundido una carta que, desde septiembre pasado, me escribió el Cardenal Francis Arinze, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y que acaba de publicar su revista oficial, Notitiae. En ella me transmite la palabra de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre el No. 58 de nuestro Plan Diocesano de Pastoral y sobre el Directorio para el Diaconado Permanente, que deben ser corregidos, pues contienen ?graves ambigüedades doctrinales y pastorales?.
La agencia de noticias NOTIMEX, al presentar la nota, afirma: ?El Vaticano canceló por ?inadmisible? parte del plan pastoral de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el cual prevé la apertura a la ordenación sacerdotal de indígenas casados??.
¿En verdad alentamos la posibilidad de ordenar como sacerdotes a diáconos permanentes casados?
JUZGAR
El 1 de octubre de 2005, en la Reunión Interdicasterial que tuvimos en Roma, en presencia de varios cardenales y obispos, me preguntaron sobre el No. 58 de nuestro Plan, que decía en su versión original: ?Iluminados por el Espíritu y guiados por el Magisterio de la Iglesia universal, escuchar con atención y discernir la solicitud de algunas comunidades para que diáconos indígenas casados puedan ser admitidos a la ordenación sacerdotal, previa formación conveniente, dispuestos a asumir en la fe la decisión de la Santa Sede??.
Les respondí que, desde que hicimos esta primera redacción, nunca pensamos ordenar presbíteros a hombres casados. El texto insistía en tres puntos: Primero, escuchar con atención la petición de algunas comunidades, que nos pedían dar ese paso. Esto es real y no lo podemos ocultar ni negar. Sienten la necesidad de sacerdotes, inculturados en sus pueblos. Esta petición se oye constantemente en muchos ámbitos eclesiales, también en Roma, y no sólo en nuestra diócesis. Por ejemplo, en el Sínodo mundial de Obispos, que se realizó en octubre de 2005, en presencia del Papa Benedicto XVI, varios Obispos hablaron en el mismo sentido, como consta en la Proposición 11: ?La centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia hace sentir, con agudo dolor, el problema de la grave falta de clero en algunas partes del mundo. Muchos fieles se ven de esta manera privados del Pan de vida.
Para salir al encuentro del hambre eucarística del pueblo de Dios, que frecuentemente y en periodos largos debe prescindir de la celebración eucarística, es necesario recurrir a iniciativas pastorales eficaces. En este contexto, los padres sinodales han afirmado la importancia del don inestimable del celibato eclesiástico en la praxis de la Iglesia Latina?? Algunos han aludido a los «viri probati» [ordenación sacerdotal de varones casados de probada virtud, ndt.], pero esta hipótesis ha sido considerada como un camino que no se debe recorrer??. Los cardenales y obispos, junto con el Papa, escucharon atentamente esta alusión, aunque no la aprobaron. Lo mismo hemos hecho nosotros, pues los fieles tienen derecho a ser escuchados por sus pastores. Escuchar no equivale a aprobar.
Segundo: Nuestro No. 58 pedía discernir tal solicitud, guiados por el Magisterio de la Iglesia universal. Este discernimiento implica analizar las razones de su petición y, al mismo tiempo, confrontarla con el Evangelio y con la doctrina de la Iglesia. Al hacerlo, somos conscientes de que nuestra Iglesia, avalada por la experiencia de siglos y guiada por el Espíritu, está por el celibato como condición para el sacerdocio, aunque no se pueden negar excepciones que los mismos Papas han hecho en casos particulares. Yo estoy convencido de la bondad del celibato sacerdotal y nunca abogaría por su no obligatoriedad. Al discernir, pues, la solicitud, estábamos seguros de la negativa.
Tercero: Afirmábamos estar dispuestos a asumir en la fe la decisión de la Santa Sede, porque nada haríamos fuera de esta comunión eclesial con Pedro y bajo Pedro. Era, por tanto, otro ?candado?? que nosotros mismos nos poníamos. Se nos dijo en Roma que, pues su respuesta sería negativa, esta expresión hace aparecer a la Santa Sede como intransigente e incomprensiva. Para nosotros sólo quería indicar nuestra disposición a acatar siempre lo que Roma decidiera.
A pesar de las explicaciones que di sobre el sentido de este No. 58, como no satisfacían, en ese mismo momento prometí hacer una nueva redacción. Así lo cumplimos inmediatamente y quedó de la siguiente manera: ?Escuchar con atención la solicitud que están haciendo algunas comunidades para que diáconos indígenas casados puedan ser admitidos a la ordenación sacerdotal, y ayudarles a discernir su petición, iluminados por el Espíritu Santo y guiados por el Magisterio de la Iglesia universal, advirtiendo con toda claridad que no hay esperanzas de que la Iglesia cambie su práctica, que viene del Evangelio y de la tradición de muchos siglos, y seguirá admitiendo al sacerdocio sólo a hombres célibes??.
Desde hace más de un año hicimos el cambio y lo enviamos a Roma; lo reenviamos en otros escritos; lo remitimos nuevamente en septiembre pasado, y esperamos el juicio que se emita al respecto. No cambiamos la primera parte del texto, porque debemos seguir escuchando a nuestro pueblo, pero insistimos en la necesidad del celibato sacerdotal.
ACTUAR
Debe quedar muy claro, y lo repito con insistencia: No alentamos la expectativa ?de un diaconado permanente orientado hacia el sacerdocio uxorado (casado)??. No promovemos el sacerdocio de diáconos casados. Escuchamos peticiones de algunos fieles en ese sentido, pero no alentamos tal esperanza. Los diáconos permanentes son permanentemente diáconos, y no los encaminamos al presbiterado.
Agradecemos a la Santa Sede su preocupación por nuestra diócesis y valoramos su servicio por que se conserve la ortodoxia; pedimos sinceramente nos disculpen por los dolores de cabeza que les damos. Pero tenemos la obligación pastoral de hacerles llegar las inquietudes de nuestro pueblo, de dialogar y aclarar lo que consideramos que no corresponde a la realidad, y de proponer soluciones a las necesidades concretas de nuestras Iglesias locales.
Desde hace tiempo estamos haciendo la revisión de algunos contenidos del Directorio Diocesano para el Diaconado Permanente, elaborado por mis antecesores, para que concuerde con los respectivos Directorios Nacional y Universal.
Seguiremos fortaleciendo ?la pastoral vocacional, con vistas al sacerdocio célibe??. Dios nos está regalando más vocaciones y esperamos reabrir nuestro Seminario Mayor en unos cuatro o cinco años. De 16 seminaristas que había en el año 2000 (10 en el Menor y 6 en el Mayor), ahora son 31 (8 en el Menor y 23 en el Mayor).
Reitero mi plena comunión con la Santa Sede y mi obediencia al Sucesor de Pedro, con la decisión sostenida de servir al Señor y a su Iglesia, en orden al Reino de Dios.
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas