¿PREPARA BUSH OTRA GUERRA PARA HACER FRENTE A LAS ELECCIONES?

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Cristianos por la paz

Ante la eventualidad de perder de manera aplastante los comicios de medio término en los Estados Unidos y verse obligado a gobernar con un Congreso hostil, la Casa Blanca podría apelar a un recurso electoral que ya conoce: ir nuevamente a la guerra, esta vez contra Irán.

Según las últimas encuestas, si las elecciones de medio-término en los Estados Unidos se hicieran hoy, el presidente George W. Bush y su Partido Republicano perderían de manera aplastante, en cuyo caso el presidente debería gobernar desde 2007 con un Congreso en manos de una oposición que le complicaría su futuro. Ciertas investigaciones, inevitables, podrían llevar fácilmente al presidente a un proceso de destitución, y en esa eventualidad las dos terceras partes de los norteamericanos que no confían en él podrían formular preguntas comprometedoras para su presidencia, especialmente después de los acontecimientos todavía oscuros del 11 de Septiembre.

Si cumplieran con su deber, los nuevos legisladores podrían acusarlo como el hombre que fue llevado al poder con el único propósito de iniciar una guerra en el Medio Oriente. El gobierno no podrían alegar fidelidad exclusiva al pueblo americano. Más bien, el presidente respondió y defendió los intereses de los grupos de influencia de las empresas petroleras, la industria militar y el lobby israelí.

Mientras escribo, la Segunda Flota de la marina norteamericana ha despachado al portaviones Eisenhower, asistido por otras naves de guerra, al Golfo Pérsico, donde se espera que lleguen el 21 de octubre. La fuerza de choque se unirá a otros recursos militares posicionados previamente, y fácilmente podría ser el preludio de una guerra contra Irán, última sorpresa del presidente.

Oficiales del Eisenhower han admitido a la prensa que no quieren ser usados para comenzar una guerra contra Irán. Afirman que eso estaría en contra de su juramento de servir a la Constitución, que estipula claramente que sólo el Congreso -y no el presidente- está facultado para llevar al país a la guerra. Su malestar ha trascendido a círculos oficiales, gracias a un artículo publicado en septiembre por la revista New Yorker. Es la confirmación de una historia publicada previamente en la misma revista por Seymour Hersh, en la que se señalaba que el Pentágono estaba intentando poner freno entonces a la compulsión por la guerra contra Irán de la Casa Blanca.

El Congreso pretende no advertir lo que está pasando; sin embargo, está demasiado asustado, demasiado comprometido o demasiado implicado para cumplir con su deber. Seis meses antes de iniciar la guerra contra Irak, en 2002, le regaló al presidente la facultad de iniciar las acciones y ahora no ha dicho una sola palabra en contra de lo que puede ser la preparación para una guerra contra Irán. Hace muchos he oído en el Congreso que Bush no tiene derecho para empezar una nueva guerra, lo que confirma que él ha estado pensado en hacerla.

Las banderas falsas y los falsos amigos

Un ataque de «falsa bandera» es aquel que ejecutan las propias fuerzas con el propósito de inculpar a un tercero. Como soldado e historiador del ejército, me parece bastante posible que se planee un ataque de este tipo a una nave norteamericana en el Golfo Pérsico para alterar los resultados previsibles de las próximas elecciones norteamericanas. Se culparía a Irán, por supuesto.

Los Estados Unidos han ido a menudo a la guerra después de incidentes dudosos, en el mejor de los casos, o fabricados, en el peor. La guerra norteamericana contra España empezó después de que el U.S.S. Maine explotó de manera oportuna en el puerto de La Habana, donde había sido enviado convenientemente por un gobierno nacionalista para provocar a una España senil que estaba intentando salir de la revolución cubana. Nuestro gobierno inmediatamente consideró que la explosión había sido un ataque, culpó a España por el incidente y después le declaró la guerra. Sólo después de décadas nosotros admitimos ante España que sabíamos que ellos no nos habían atacado. La explosión fue considerada oficialmente desde entonces un «accidente», pero nunca se supo qué clase de accidente había sido.

Cada vez más la evidencia dice que en los meses previos a la Segunda Guerra Mundial, la Armada y la Casa Blanca trabajaron para permitir el ataque de Pearl Harbor, que los militares recibieron con algarabía, para preparar al público a lo que estaba por venir. ¿Es el mismo poder el que ha decidido que tengamos un Pearl Harbor en el Golfo Pérsico para empezar la Tercera Guerra Mundial?

Si nosotros no queremos hacer el trabajo sucio de un ataque de bandera falso, siempre podemos contar con Israel para que nos abra el camino para confrotarnos con sus enemigos de la región. En 1967, fuerzas israelíes atacaron infructuosamente durante todo el día al U.S.S. Libertad, que navegaba entonces bien fuera de sus aguas territoriales en el Mediterráneo oriental. Ellos pensaron asaltar la nave, matar a sus sobrevivientes y culpar del ataque a Egipto, contra quien querían que nosotros fuéramos a la guerra. Ni el uno por ciento de los norteamericanos sabe sobre este acontecimiento; los medios de comunicación y los gobiernos han conspirado para mantenerlo oculto.

El placer del diablo

La consecuencia de un ataque de bandera falso que involucre a Irán, le daría a Bush una excusa perfecta para satisfacer sus planes políticos y militares: un nuevo enemigo. Irán lucharía ciertamente contra nuestros marines y la fuerza aérea en su propio territorio y probablemente atacaría a nuestras tropas en Irak. En ambos casos podría infligir severos daños, lo que alentaría la furia de guerra de los Estados Unidos. Los mismos medios de comunicación cooperativos que llevaron al pueblo norteamericano a Afganistán en 2001 e Irak en 2003 podrían llevarlo a Irán en 2006. Los Estados Unidos movilizarían la economía y comenzarían la cruzada.

Bush podría usar la guerra entonces como una excusa perfecta para firmar la ley de Comisiones Militares, que el Congreso envió a su escritorio hace dos semanas (nota del traductor: la ley a la que hace referencia el articulista ya fue aprobada). Así, él podría suspender los derechos civiles -eliminando la figura del habeas corpus- de quien quisiera, sean extranjeros o ciudadanos norteamericanos. ?sa sería una buena manera de imponer el silencio a sus críticos internos, a quienes él considera traidores, y no tendría más impedimiento para imponer el plan de guerra mundial al que sirve.

Todo esto conduciría a una dictadura norteamericana, claro, pero Bush entró en el gobierno diciendo que no le importaría que hubiera una dictadura si el dictador fuera él. Era una broma, pero los medios de comunicación nunca repiten las palabras que realmente necesitamos oír para entender quién es Bush realmente. Hace apenas un día él dijo que la pérdida de Irak significaría la pérdida del Medio Oriente, y la pérdida del Medio Oriente significaría la pérdida del principal recurso estratégico del mundo, el petróleo, y nosotros estaríamos condenados de por vida. ?l es un hombre con una misión, aún inconclusa, y no le preocupa en absoluto lo que nosotros pensemos de sus fines ni de sus medios.

La fuente: el autor fue agente de inteligencia militar y funcionario político, y es el fundador y «comandante» de la página web Ghost Troop. La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com.