¿Para cuándo la beatificación de ?Tatik??? -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Entierro del obispo Samuel Ruiz en San Bartolomé de las casas.
Es así como llamaban los indígenas al obispo Samuel Ruiz, ?padre bueno??, el profeta de Chiapas, enterrado ayer en San Cristóbla de las Casas, entre clamor de multitudes, con más de cinco mil miembros de todas las etnias vernáculas del sureste mejicano. Se oyeron frases como éstas: ?sin el obispo (Samuel Ruiz) los indígenas seguirían esclavizados y ciegos por el mal gobierno??. O ?Ahora ya no caminamos encorvados, ya no bajamos la cabeza ante los poderosos, gracias Tatik??.

O la solemne proclamación-compromiso del actual obispo de la diócesis y sucesor de don Samuel, Monseñor Arizmendi, agradeciendo a su antecesor ?por haber hecho conciencia desde 1975 que quien no asuma esta opción por los pobres no tiene lugar en esta diócesis??. Otro reconocimiento del obispo Arizmendi: ?las filas interminables de quienes han querido darte su último adiós en tu féretro en estos dos días, sobre todo de tantos indígenas, mujeres y marginados, nos dan el juicio de los pobres, y nos demuestran claramente que fuiste luz y sal que trató de darle sabor al mundo??.

El evangelio de hoy nos presenta el siguiente párrafo: ?¿Acaso se enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga??. Hay personas que son luz, que iluminan a los que caminan a su alrededor. Todos los cristianos tenemos el potencial esencial y básico para cumplir este cometido, (?vosotros sois la luz del mundo??, dice el Señor en el sermón de la montaña), pero no todos elevamos la luz sobre el candelero para que la gente pueda ver. Es grande el miedo a destacarse, no es sano exponerse a los golpes y a los ataques, es mejor esconderse y meterse debajo del celemín.

Don Samuel tuvo serios problemas con las autoridades políticas, y graves encontronazos, también, con las autoridades eclesiásticas, que no dejan de ser sus colegas. Recuerdo que Jesús también sufrió las zancadillas de ambos ámbitos de poder. Eso sucede a los que, de manera decidida e indudable, optan por los ?pobres de Yavé??, por los anawim. Y de éstos hay a montones en un mundo injusto y cada vez más inhumano. Monseñor Oscar Romero sufrió en sus carnes la ira y el odio de los que no soportan la defensa de los débiles y de los oprimidos. Pero los que así piensan y actúan olvidan que el ?anuncio de la buena Noticia a los pobres?? y la ?liberación de los oprimidos?? es uno de los signos mesiánicos del Reino.

Que esto no lo entiendan los poderosos del mundo, aunque muchos de ellos se digan cristianos, y vayan a misa o al culto dominical, es comprensible, están defendiendo sus privilegios. Pero que no lo entiendan, o sí lo sepan y comprendan los ?poderosos de la Iglesia??, y no actúen en consecuencia, nos obliga a poner en tela de juicio la fidelidad al Evangelio de ciertas instancias de la jerarquía eclesiástica. Es muy sospechosa, quedándonos muy cortos, la actitud que han tenido las congregaciones vaticanas y los mismos papas con la teología de la liberación y con obispos ?del pueblo??, como Romero, Samuel o Casaldáliga, o el impresionante Helder Cámara, tachados por autoridades políticas de izquierdistas y socialistas (¡oh gran pecado!), o directamente de comunistas, manía de los servicios de información norteamericanos, sin que se hayan oído voces autorizadas de Roma en defensa de sus pares.

Ayer recibí un e-mail que debe correr entre internautas frecuentadores de portales cristianos preguntando, ¿es monseñor Romero el que van a beatificar en unos meses???. La cosa va con sorna, porque el humor desdramatiza las penas, y las discordias. Sin embargo, habría que tomar muy en serio la insistente línea teológica y pastoral (¿¡y política e ideológica!?) en la elección y exaltación de los actuales y futuros beatificables y canonizables. Por eso pregunto: ?¿para cuándo la elevación a los altares de Juan XXIII, de Pablo VI, de Helder Cámara, de Oscar Romero, de Raúl Ruiz, todos ellos luz clarísima en el candelabro de la comunidad cristiana, para la Iglesia y para el mundo?