Según algunos observadores hay muchos cristianos, y cada día más, que de alguna, o de muchas maneras siguen a Jesús. Creen en el Dios de Jesús y en el mensaje cristiano. Pero no quieren saber nada, no les dice nada, no les sirve para su vida la institución de párrocos, obispos, cardenales, papa. Pues estos no son guías. No esclarecen el camino. No orientan la conciencia en la problemática actual a la luz de la razón, del bien general y del mensaje evangélico. No explican el Evangelio de un modo coherente, creíble, liberador del hombre, pacificador, ilusionante, misericordioso… No dan felicidad, tranquilidad, paz, sino intransigencia, temor, irritación… ¿Donde van Vds.? ¿A qué Dios sirven, al Jehová justiciero del AT o al Dios-Padre de Jesús?
¿Cómo ha llegado esa Institución a dar la imagen de una poderosa multinacional, que vende la salvación eterna? Ese bien intangible lo otorga –lo vende- con el sufrimiento y el temor de las personas y con su aportación económica. Ya directamente, ya a través de los estados.
El “Constantinismo” hizo de aquellas comunidades primitivas un poderoso medio para detener la desmembración del Imperio Romano. Convirtió a los eclesiásticos en funcionarios jerarquizados del Estado. Como tales recibían salarios y eran premiados con dádivas, edificios, templos y honores personales. Empezó la carrera del alto clero tras los honores y prebendas.
En el Feudalismo medieval el alto clero, como personas más cultas, se hicieron de gran poder, rivalizando con los nobles y tutelando las débiles monarquías. Obispos y abades devinieron auténticos señores feudales con tierras, siervos y hasta ejércitos. Al poder espiritual unieron el poder temporal. El bajo clero y los feligreses se mutaron en súbditos sumisos y siempre medrosos.
En tiempos posteriores siguieron acumulando capital con donaciones y herencias de ricos que pretendían comprar el cielo; en menor cuantía con la venta de servicios –sacramentos, indulgencias, bulas. Más reciente es la dedicación a la enseñanza y las inversiones en empresas rentables.
Los jerarcas no explican el Evangelio porque no pueden. Pues su vida, su práxis, está dominada por el poder, por el lujo, la ostentación y las riquezas. Los antivalores del Evangelio. No trabajan por el Reino de Dios –por un mundo más justo más humano, con menos sufrimiento- sino por engrandecer la institución, fortalecerla, enriquecerla. Como la gran multinacional a la que deben todo…
En sus prédicas y farragosos documentos, añejos y apolillados, repiten doctrinas medievales. Alejadas de la vida y de las circunstancias actuales. Doctrinas de la rancia tradición eclesiástica. Doctrinas irreconciliables con la desarrollada ciencia actual. Carentes de compasión con el hombre más deprimido y marginado. Siempre añorando la Cristiandad.
Srs. Jerarcas ¿Vds. no perciben que el Evangelio no fija ninguna Ortodoxia, ningún credo, sino una estricta Ortopraxis, cuyos cimientos son la justicia y el amor-servicio? Vds siguen insistiendo en lo que Díez Alegría llama “RELIGIÓN ÓNTICO-CULTUALISTA”: mucha teología sobre Dios, la Trinidad, los novísimos y muchos templos suntuosos, similares al de Jerusalem, dedicados al culto al parecer de un Dios a quien hay que aplacar con sacrificios, ofrendas, cánticos, incienso y oraciones. Con unos ritos llenos de magia, en los que unas palabras poderosas cambian hasta la substancia de las cosas. Vds. se esfuerzan en desarrollar en el hombre complejos de culpa y pecado para que, arrodillados y humillados, supliquen el perdón de Dios que sólo Vds. imparten.
Simultáneamente rechazan la “RELIGIÓN ÉTICO-PROFÉTICA”, la del servicio al hombre y la denuncia de la injusticia de los poderosos, hoy tan general y deshumanizada. Vds. acaparadores de poder ¡cómo pueden enfrentarse con otros poderosos! Vds. pactan con todas las dictaduras con tal que sean de derechas: el ejemplo fue Juan Pablo II. Condenó la guerra de Irak pero departió amicalmente con sus responsables
Otra manifestación de la gran crisis del Catolicismo es la carencia de sacerdotes. El programa, la función eclesiástica, la teología oficial atrae menos a la mejor juventud que cualquier ONG. La gran mayoría de los curas están jubilados. Sin sucesores. Cuando se extingan ¿qué harán los obispos sin tropa sobre quien mandar? La jerarquía, con notable clarividencia, rechaza a mujeres y a casados como no aptos para el ministerio. ¿Será por miedo a que unas y otros sean más libres e insumisos? Ellos están más cerca de la alternativa: las Comunidades Cristianas Populares.
No piensen que Dios milagrosamente mandará operarios para su mies, mientras Vds. siguen con sus ceremonias, sus boatos, acumulando poder y riquezas, condenando teólogos insumisos, y cerrando parroquias de marginales. Vds. siempre ajenos, cómodamente, a la realidad del mundo en que vivimos. Recuerden la luz, la sal, la levadura y un mundo que busca luz, y personas que sean sal y levadura…de la nueva humanidad iniciada por Jesús.