El Mundo
Orondo, risueño, divertido, Jacques Diouf (Saint-Louis, Senegal, 1938) no responde a lo que uno espera de un burócrata de la ONU. Es madridista, sabe español y admira a Unamuno y Cervantes. Desde 1994 dirige la FAO, la agencia de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, y acaba de ser reelegido para un tercer mandato al término del cual dejará el cargo. Diouf hizo un hueco para recibir en Londres a EL MUNDO y charlar sobre el hambre, la inmigración y la polémica en torno a los presupuestos de la organización.
Pregunta.- ¿Hay más o menos hambre en el mundo que hace 20 años?
Respuesta.- Menos, pero avanzamos muy lentamente. Hemos hecho progresos, pero hay que poner más recursos en manos de los países pobres. Sobre todo en lo referente al agua.
P.- Hay gente que cree que organismos como la FAO no producen más que buenas palabras.
R.- Bueno, hay que empezar con buenas palabras. Pero es verdad, lo más importante son los hechos. El problema es que durante los 90 la agricultura no le interesaba a nadie. Pasamos de un 30% de ayudas agrarias en el Banco Mundial con McNamara a sólo el 6% con Wolfowitz. Para acabar con el hambre necesitamos sólo el 2% de los gastos militares del mundo. Los gobiernos han dicho: «Sí, sí, vamos a hacerlo». Pero no lo han hecho. Y la FAO ha trabajado en condiciones difíciles. Nuestro presupuesto es más o menos la mitad del que tiene el Departamento Forestal de California.
P.- ¿El bioetanol va a ser una fuente de hambre o de riqueza?
R.- Por el momento ha hecho que la agricultura vuelva a ser un asunto importante. Con los objetivos actuales, EEUU tiene previsto utilizar como combustible 315 millones de toneladas de maíz en 2017. Justo su producción actual, lo que significa que tarde o temprano se convertirá en un país exportador.
P.- ¿Y eso es bueno para los países pobres?
R.- Según. Si los ricos mantienen los subsidios a la agricultura, tendremos problemas. Si no, será una buena oportunidad.
P.- En los últimos días se ha conocido un informe muy crítico con la gestión de la FAO. ¿Tiene algo que decir?
R.- El presupuesto de la FAO lo aprueba un consejo de 40 estados miembros y luego la conferencia, donde están todos los países, sueldo por sueldo y puesto por puesto. Hay además una auditoría externa. De todas formas, las reglas de personal son idénticas a las de otras agencias de la ONU.
P.- Hay quien critica que hacen demasiados informes…
R.- Son informes que los estados miembros nos piden que hagamos. Estadísticas sobre productos agropecuarios, pesca… Si no lo hacen técnicos con salarios, ¿cómo hacerlo? También creamos acuerdos internacionales como el Código de Pesca Responsable. Fueron muchos años de negociación que de nuevo requieren técnicos con salarios. Y así, muchos más ejemplos.
P.- Dígame un éxito concreto y palpable que haya logrado la FAO.
R.- En 2003 reunimos a los países africanos y logramos que se comprometieran a doblar en cinco años los recursos dedicados al sector agrario.
P.- ¿Y lo han hecho?
R.- Pues mire, muchos lo han hecho. Nigeria está creciendo al 7%. Burkina Faso, un país seco, está exportando hortalizas a Europa.
P.- Vayamos a lo concreto. Cuando viaja, ¿en qué hoteles se aloja?
R.- Bueno, seguimos las normas que fija Naciones Unidas.
P.- Por supuesto. Pero, ¿viajan en business o en clase turista?
R.- Depende del grado del funcionario, como en todas partes. Pero no es una cosa de la FAO. Se decide en Nueva York.
P.- Usted es senegalés. ¿Cree que España está enfocando bien la inmigración?
R.- En Senegal los jóvenes dicen: «Ir a Barcelona o morir». Hay que perseguir a las mafias, pero sobre todo invertir en estos países. Porque si las empresas van a Africa a hacer negocios, todos ganan.
P.- Es su tercer mandato. ¿Por qué no se retiró al final del segundo?
R.- Yo no quería presentarme.
P.- ¿Le obligaron?
R.- Me lo pidieron los líderes africanos. Me dijeron: «Se ha ido Kofi Annan. ¿Quién va a ser la voz de Africa ahora?». Y me quedé.