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PREGON PASCUAL
El Señor esté con vosotros…
Levantemos el corazón…
Demos gracias al Señor nuestro Dios…
Sí, es justo y necesario reconocer hoyque el Espíritu de Dios ha resucitado a Jesús de Nazaret.
Este cirio que preside y estas velas encendidas,
simbolizan la Vida resucitada de Jesús de Nazaret,
y nuestras vidas bautizadas en el fuego de su Espíritu.
Jesús se sentía habitado por un Amor infinito:
oía su voz llamándole:
“Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco” (Mc 1,11);
este Amor le enamoró y le iluminó la vida;
este Amor le hizo desear comida y vida buena para todos;
este Amor le llevó a ser médico para que todos tuvieran salud;
este Amor le convenció de que todos somos hijos del mismo Padre.
Este Amor le llamó a formar una comunidad:
les enseñó la misma oración que él rezaba:
“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal” (Mt 6, 9-13; Lc 11,2-4).
Jesús experimentó la fragilidad y el egoísmo de la vida:
desde la experiencia del Amor del Padre,
nos ofreció su alternativa: el reinado del Amor;
este Amor que rechaza los falsos valores:
la avaricia, la vanagloria, la tiranía…;
este Amor que “escucha la enseñanza de los apóstoles,
ayuda y comparte lo que se tiene y lo que se es;
celebra la `fracción del pan´ como quería Jesús,
reza en común” la oración que Jesús rezaba (He 2,42)..
Este Amor sin medida no coincide con las religiones:
no acecha para premiar o castigar;
no se adueña de nuestra libertad y conciencia;
no se deja controlar y mediatizar por sus ministros;
no se enfada y no hay que aplacarlo y consolarlo;
no tiene acepción de personas, preferencia y desprecios…;
no hace ricos a unos y pobres a otros;
no bendice las armas de guerra ni extermina a los enemigos…
Hoy celebramos que este Amor es Vida sin fin:
¡Jesús ha resucitado! ¡Jesús vive!;
Jesús nos ha abierto los ojos con este Amor:
lo ha hecho libertad guiada por amor;
lo ha hecho luz y puerta abierta;
lo ha hecho sabiduría de vida y esperanza definitiva.
Este cirio encendido es Cristo resucitado:
es Amor vigilante, despierto, siempre vivo;
es Amor “que viene y vive con nosotros” (Jn 14, 23);
es Amor que espera y perdona siempre;
es Amor que levanta ante toda crisis: económica, política, religiosa…;
es Amor del que “nada puede separarnos: ni muerte ni vida,
ni ángeles ni principados, ni presente ni futuro,
ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura” (Rm 8, 38-39).
Este Amor está hoy y aquí entre nosotros:
“donde dos o tres están reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20);
podemos encontrarnos con él, aceptando su Amor.
Hoy celebramos su Pascua, su “paso” a la vida plena:
es la fiesta del fuego de Amor que ilumina y caldea toda vida;
es la fiesta de la Palabra eficaz que libera y pone en pie;
es la fiesta del Agua que lava el egoísmo y fecunda la fraternidad;
es la fiesta de la Presencia resucitada que trae un mundo mejor.
¡Feliz Pascua! ¡Feliz reencuentro con el Amor!
Rufo González
Leganés (Madrid), abril de 2019.