Misión es mi-Sión, tierra de la promesa -- Julián bedoya Cardona.

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Podemos constatar en el campo de la misión a Dios Padre y Madre (porque provee) ? Madre (engendra la vida) bajo la figura de Creador, una labor esencial provocar la existencia de lo que hay y de lo que hubo, y de lo que ha de haber. Dios que se ha revelado ? manifestado en un Padre – Madre al hombre, muy especialmente al pueblo hebreo, Israel; a quien ha dado la ley como alianza ? pacto, que la recibió siendo nómada en el desierto, aunque Israel se caracterizó por ser un pueblo proselitista, es más, el pueblo de Israel trató de conservar su raza, no dar cabida a extranjeros. Dios mismo buscó figuras humanas (profetas) que anunciaran e hicieran unas labores que el mismo manda para sostener su alianza; para tener en cuenta esta parte hay que adentrar en detalles de cómo se constituyó Israel.

El principio genealógico de Israel se define mediante vínculos de sangre; todo miembro de Israel desciende del pueblo del éxodo: esclavitud de Egipto, liberación y camino a la tierra prometida, como parte de la historia y también lo constituye una legislación común del pueblo con la acepción de la ley proclamada por Dios y transmitida por Moisés mediante la realización de una alianza, [lo que antes se mencionaba]. Podríamos trazar una línea del tiempo para mirar un poco más detallada la misión del Padre que se relata en el Antiguo testamento. Israel estuvo 430 años sometidos en Egipto (Cfr. Ex 12, 40) salen de allí como nómadas hacia una tierra que Yahvé el Señor les destina y fija los límites de la Tierra Prometida ?desde el Mar Rojo hasta el Mar de los Filisteos y desde el Desierto hasta el Río ?ufrates?? (Ex 23, 31), después de pasar por las amarguras en tierra extranjera y culturas diferentes el pueblo unido camina con la finalidad de llegar a Sión para ver al Señor (Cfr. Sal 84, 6 -8).

Allí entran entre algarabías y gritos de júbilo (Is 36). ?Sión o Tzion (Tsiyyon) en hebreo tiene el significado bíblico de Tierra Prometida. El monte de Sión o Har Tziyyon en hebreo, posteriormente hizo referencia a la tierra prometida, a la tierra de Israel o a la propia Jerusalén?? (Wolfgang Gruen ? Luis Ernesto Tigreros). Está poblada ciudad, levantada sobre colinas rocosas, era la metrópoli espiritual y política de Israel, un centro elegido de culto y sede del gobierno. Sabemos la importancia de la montaña para el pueblo de Israel, es el lugar donde Dios habla, se manifiesta; donde se siente seguros porque saben que desde allí los acompaña el Señor, además la altura de la montaña le permite observar las aproximaciones de pueblos extraños o enemigos (Cfr. 2Sam 5,7. Sal 2,6. 78, 68. Hb 12, 18 -24. Ap 14,1).

La misión es la labor que la Iglesia desempeña con fin de buscar aires y su identidad para trabajar por el reino de Dios. Misión o evangelización. Son dos términos que parecen distintos y lo pueden ser, en el sentido etimológico encontramos la palabra ?evangelio??, un adjetivo sustantivado del griego que significa buena nueva o alegre mensaje ev designa ?bien – bueno?? y ánghelos ?mensaje – anuncio??.

Es una palabra conocida por los autores clásicos como ya hemos dicho su significado fundamentalmente es el de buena noticia, buen anuncio o mensaje alegre, preferentemente de carácter público; victoria militar o deportiva; de una victoria o de una liberación (Cfr. Is 40,9; 52,7) y, en el sentido etimológico de la palabra misión, algunos filólogos y estudiosos de las lenguas dicen que viene de missio ? mitto un verbo del latín que significa: enviar, transmitir; de esté verbo proviene la palabra misa que significa salir. Este verbo missio ? mitto para sustantivarlo en latín se le ha agrega el sufijo ?io – (on)?; que señala acción y efecto, componiendo un significado más complementado acción de enviar, transmitir. Se le atribuyen unas acepciones que se le denomina el cargo que se le da a una persona para realizar algún cometido en un determinado lugar, especialmente se usa este vocablo para designar asuntos diplomáticos o militares.

Encontramos entonces, el evangelio y la misión; evangelio como mensaje, noticia y la misión como una tarea que se encomienda a una persona para que sea fiel al evangelio ? noticia (Jesús); estos dos términos deben estar ligados, integrados de manera que no se desmerite ninguno, posibilitando así, que sea el evangelio unido a la misión dos realidades que se complementen intrínsecamente. El mensaje por sí solo no puede desempeñar una labor y la persona sin un mensaje de igual forma no cumple una función, tanto uno como el otro de necesitan.

El Concilio Vaticano II marco el hito de la historia de/en la iglesia, abrió las puertas y ventanas para que entren nuevos aires a ella ?aggiornamento?. La iglesia se ve retada a contestar e iluminar los diferentes acontecimientos que pasan en el entorno ?profano? no solo piensa de manera dogmática, defendiendo y definiendo los contenidos de la fe, sino que irrumpe los paradigmas rehabilitando el concepto de iglesia pueblo de Dios; ?recordando a la Iglesia que ella es pueblo de Dios?? (Ricardo Blázquez) volviendo a la fuente ?la Sagrada Escritura? y partiendo de allí para dar una mirada y aporte desde la humanidad divina de Jesús, que promueve la dignidad humana y la liberación con su misión; el futuro de la iglesia esta intrínsecamente relacionado con la realización de su misión. ?El Vaticano II ha entrado en la historia como el concilio de la Iglesia sobre la Iglesia, portando el estandarte de la renovación y reforma hacia dentro y de la apertura hacia fuera, en diálogo con el mundo moderno?? (Santiago Madrigal S.j)

El Concilio hizo de la misión la propia razón de ser de la Iglesia, su gran novedad en relación con el antiguo Israel. De esta manera renovó la teología de la misión dándole su significado más amplio que había perdido en el curso de los siglos, que se había perdido en el encierro de las teologías escolásticas para salvaguardar los contenidos de la fe por medio de la apología y el dogmatismo riguroso de la época. Tanto que, Pablo VI en medio de ?aggiornamento?? afirma con grito esplendoroso ?iglesia, tú nombre es: Misión??. No se puede ni podemos hacer teología sin el compromiso cristiano que es la misión. La ausencia de la misión en el mundo es porque se pasa más tiempo observando y juzgando, pero nunca actuando, algunos de los documentos del magisterio de la iglesia han marcado dicha importancia en el método de la JOC (Juventud Obrera Cristiana) ?ver, juzgar y actuar??.

J.J. Tamayo dice: ?Concilio Vaticano II (1962-1965), que supuso el adiós definitivo a la Iglesia de cristiandad y el alumbramiento de un nuevo paradigma, el de la Iglesia de la modernidad??, la iglesia que ante todo es comunión, como lo ha sido entendido tradicionalmente desde su noción de sacramento, signo eficaz de la ?revelación efectiva? en la comunidad del misterio trinitario, es una manifestación ?en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano, ella se propone presentar a sus fieles y a todo el mundo con mayor precisión su naturaleza y su misión universal?? (Lumen Gentium #1). Por lo tanto, la iglesia es la comunidad que peregrina en pos de la salvación, en ella está la tarea de anunciar el Kerygma y sostener constantemente el anuncio y así buscando diferentes maneras de propagarlo.

El ?timbre de eclesialidad? es fundamental para entender hoy el concepto de misión. El verdadero y auténtico sujeto de ella no son los bautizados individualmente considerados para tal obra, sino la totalidad de la Iglesia. La iglesia no es el sujeto primordial de la misión; ?la misión toma su origen del Hijo ?Jesús? y de la misión del Espíritu Santo, según el propósito del Padre, en ?l se halla el origen de todo, la misión viene del Padre y vuelve al Padre?? (Ad Gentes #2). Es decir, lo humano (Jesús), nos lleva a lo divino (El Padre), y lo divino no retorna a lo humano.

La pastoral misionera o mejor toda pastoral debe ser misionera; la misión debe ir orientada hacia grandes encuentros, que dé al mundo razones para experimentar la esperanza. Estamos inmersos en un mundo de sincretismo religioso, conveniente colocar en este tinglado lo que nos dejó el gran teólogo español, José María Mardones en su libro ?Adónde va la religión?? que deriva del sentido de:
?movimiento sin texto sagrados y sin líder, sin organización estricta sin dogmas. Una suerte de la mística laical que invita al mundo de las religiones a ampliar su espacio hasta abrazar el cosmos, la ciencia, el psiquismo, fundiendo en un único abrazo todos los contrastes y conflictividad que han afectado desde siempre el mundo natural y lo sobrenatural??.

En este mundo contemporáneo el laicado ha tenido fuerza, basta mirar Europa, Asia u otros territorios de nuestra Amerindia que es movida por el laicado, en la convicción de seguir creciendo, formando y forjando la comunidad, en medio de la debilidad debe propiciarse un diálogo que no lleve solo a debatir y seguir con un pensamiento postmoderno cerrado y centrado en la lucha de razones y verdades, es necesario escuchar al otro, ver lo positivo y salir juntos estrechando la mano como principio para establecer comunidad. El laicado está invitado también a tomar iniciativas, no esperar nada de arriba de la ?jerarquía – institución??. Necesitamos una pastoral que parta de la base como lo hizo Jesús que, partió de la base con los afectados por la injusticia para entre ellos cambiar las relaciones internas, hay necesidad de pastoral comunitaria, para ello, es conveniente entender y hacer un constructo de comunidad entre los afectados y los que padecen injusticias que genera el sistema, implementando cambios en su forma de pensar, actuar y vivir, de forma que ?la unidad de la comunidad sea tan fuerte que el sistema tengo doblegarse o simplemente queda por fuera?? (Federico Carrasquilla).

La mayoría de los grupos parroquiales los dirige el laicado, ya es un punto a favor para poder ejercer sus labores como bautizados, y si no son bautizados, entonces que sean convencidos de un cambio o lo que las teologías liberadoras han llamado: ?otro Dios, es posible; otro mundo, es posible; otra teología, es posible; otra iglesia, es posible??. Esa convicción y labores son posibles si primero aceptamos las condiciones y empezamos a crear conciencia en los demás para que se unan y formemos comunidad que trabajemos y luchamos en la resistencia por un cambio que permita recuperar la esperanza en un mundo acelerado. De lo contrario seguiremos en un mundo en el que: ?tenemos más problemas que capacidad de soluciones?? (Zygmunt Bauman).

Precisamente ese costalado de problemas que acarreamos es porque no somos capaces de trabajar como lo refleja el papa Francisco motivado por su tocayo de Asís ?Fratelli Tutti?? que lo ha manejado mucho provocándonos a pensar, hablar y actuar en la interconectividad; ya Pablo VI había hecho mención de la importancia de conectar todo sin adueñarnos de nada, en la Evangelii Nuntiandi nos lo recuerda «predicar no a sí mismos o sus ideas personales, sino un Evangelio del que ni ellos ni ella son dueños y propietarios absolutos para disponer de ?l a su gusto, sino ministros para transmitirlo con suma fidelidad» (#15). Este es uno de los mayores problemas de la iglesia, que nos movemos con ideales, muchas veces estos por encima del propio Evangelio, o utilizamos el evangelio para señalar a los que son diferentes en la forma de aplicar la pastoral, y finalmente no servimos a la evangelización ni al Evangelio, sino que nos servimos del Evangelio y servimos a las ideologías.

Fiel al mandato de Jesús la iglesia recibe «la misión de anunciar el Reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos y constituye en la tierra el germen y el principio de este reino» (Lumen Gentium #5) ¿qué es este Reino de Dios? Es el cumplimiento de la voluntad del Padre, quien nos eligió en Cristo antes de la creación del mundo y nos predestinó a ser hijos adoptivos, porque se complació en restaurar en ?l todas las cosas (Cfr. Ef 1,4-5,10).

El Reino es construirlo en la tierra, renovar a la misma humanidad, hacer nuevas todas las cosas; en palabras de Carlos Mester retomando al profeta Isaías: ?Cielo nuevo y Tierra nueva??, es trabajar en armonía con la naturaleza (como resultado de lo creado: hombre – mundo) para que ella cumpla cabalmente con su cometido de dar gloria a Dios haciendo que todos los hombres vivan. En un discurso en Bélgica, Lovaina. San Romero de América invitaba a tener presente que:
?La esencia de la Iglesia está en su misión de servicio al mundo, en su misión de salvarlo en y de salvarlo en la historia, aquí y ahora. La Iglesia está para solidarizarse con las esperanzas y gozos, con las angustias y tristezas de los hombres??

Henry De Lubac tiene una frase que podría adaptarla a la misión, él dice: ?La Iglesia hace la eucaristía y la eucaristía hace a la Iglesia??, en el sentido de vinculación con la misión diría, la iglesia hace la misión y la misión hace la iglesia, la misión ha hecho que recobre fuerza la identidad de los que se vinculan o nos vinculamos al evangelio. La misión ha realizado mucho bien a la humanidad, y no solamente a la iglesia; aunque también hay misiones partidistas que han provocado desazones e incomodidades en la cultura de los pueblos, que se pueden tranquilamente comparar con el colonialismo y aprovechamiento de la cultura haciendo inferior, lo que ha llevado a un fácil dominio de la identidad de los pueblos.

Muchos sectores de la iglesia como el cura Juan Ginés de Sepúlveda que afirmaba ?los negros e indígenas eran los simios de Dios??. Con ello, el cura Sepúlveda justificó que los españoles podían dominar a los nativos de Amerindia porque era un pueblo ? cultura inferior a los europeos, con dicha argumentación dio el mérito para que la desgraciada colonización diera muertes desalmadas a los indígenas y afros?? Quizá los colonialistas eran los que no tenían alma.

Bartolomé de las Casas fue uno de los que no compaginó ni congenió con las ideas de Juan Ginés, Bartolomé defendió el alma y los cuerpos de los habitantes originarios de América, ?los indígenas y afros o negros?. Tratando de liberarlos de estas machacadas concepciones denigratorias decía:
?No y mil veces no, ¡paz en todas partes y para todos los hombres, paz sin diferencia de raza! Sólo existe un Dios, único y verdadero para todos los pueblos, indios, paganos, griegos y bárbaros. Por todos sufrió muerte y suplicio??.
Tal vez sea demasiado arriesgado considerar a Bartolomé de Las Casas un teólogo de la liberación ?ante litteram?. Tampoco Gustavo Gutiérrez (1989) está de acuerdo:

?Dar a Las Casas el calificativo de teólogo de la liberación, puede sin duda llamar la atención sobre algunos aspectos de su pensamiento, pero sin querer engañar sobre otros; no nos parece en consecuencia ni apropiado, ni tampoco por cierto necesario para valorar su pensamiento y su testimonio. Estos discurren en un contexto muy distinto al nuestro, tanto a nivel social como teológico; el lenguaje es otro también. Su profundidad les viene de las raíces evangélicas, y del modo como Las Casas supo vivir su fidelidad al Señor. Aproximarse a este testigo del amor de Dios en nuestro continente, implica respetarlo en su mundo, en su época, en sus fuentes, ser lúcido sobre sus límites (p. 17).

La misión se cumple hacia dentro y hacia fuera de la iglesia y da por resultado hombres nuevos transformados Por el Evangelio y dispuestos para la construcción del Reino, La misión no subyuga, no aplasta, no destruye a su destinatario. Muy bien lo mencionó la iglesia en este tiempo de conflicto por medio de la bula sublimis Deus de Pablo III
?A todos los fieles cristianos que lean estas letras, salud y bendición apostólica.

El Dios sublime amó tanto la raza humana, que creó al hombre de tal manera que pudiera participar, no solamente del bien de que gozan otras criaturas, sino que lo dotó de la capacidad de alcanzar al Dios Supremo, invisible e inaccesible, y mirarlo cara a cara; y por cuanto el hombre, de acuerdo con el testimonio de las Sagradas Escrituras, fue creado para gozar de la felicidad de la vida eterna, que nadie puede conseguir sino por medio de la fe en Nuestro Señor Jesucristo, es necesario que, posea la naturaleza y las capacidades para recibir esa fe; por lo cual, quien quiera que esté así dotado, debe ser capaz de recibir la misma fe: No es creíble que exista alguien que poseyendo el suficiente entendimiento para desear la fe, esté despojado de la más necesaria facultad de obtenerla de aquí que Jesucristo que es la Verdad misma, que no puede engañarse ni engañar, cuando envió a los predicadores de la fe a cumplir con el oficio de la predicación dijo: Id y enseñad a todas las gentes, a todas dijo, sin excepción, puesto que todas son capaces de ser instruidas en la fe; lo cual viéndolo y envidiándolo el enemigo del género humano que siempre se opone a las buenas obras para que perezcan, inventó un método hasta ahora inaudito para impedir que la Palabra de Dios fuera predicada a las gentes a fin de que se salven y excitó a algunos de sus satélites, que deseando saciar su codicia, se atreven a afirmar que los Indios occidentales y meridionales y otras gentes que en estos tiempos han llegado a nuestro conocimientos -con el pretexto de que ignoran la fe católica- deben ser dirigidos a nuestra obediencia como si fueran animales y los reducen a servidumbre urgiéndolos con tantas aflicciones como las que usan con las bestias.

Nos pues, que aunque indignos hacemos en la tierra las veces de Nuestro Señor, y que con todo el esfuerzo procuramos llevar a su redil las ovejas de su grey que nos han sido encomendadas y que están fuera de su rebaño, prestando atención a los mismos indios que como verdaderos hombres que son, no sólo son capaces de recibir la fe cristiana, sino que según se nos ha informado corren con prontitud hacia la misma; y queriendo proveer sobre esto con remedios oportunos, haciendo uso de la Autoridad apostólica, determinamos y declaramos por las presentes letras que dichos Indios, y todas las gentes que en el futuro llegasen al conocimiento de los cristianos, aunque vivan fuera de la fe cristiana, pueden usar, poseer y gozar libre y lícitamente de su libertad y del dominio de sus propiedades, que no deben ser reducidos a servidumbre y que todo lo que se hubiese hecho de otro modo es nulo y sin valor,[asimismo declaramos que dichos indios y demás gentes deben ser invitados a abrazar la fe de Cristo a través de la predicación de la Palabra de Dios y con el ejemplo de una vida buena, no obstando nada en contrario. Dado en Roma en el año 1537, el cuarto día de las nonas de junio (2 de junio), en el tercer año de nuestro pontificado??.

Las perspectivas y prospectivas de la misión en la iglesia como institución.
En esta época moderna ? posmoderna se evidencia el fenómeno de la individualidad, esto propicia la fragmentación en todos los ámbitos, aspectos, lugares e instituciones. Delimito en términos generales la clasificación de los pastores de la iglesia:

?? Pastores que delegan y acompañan la pastoral: éstos a mi parecer son los pastores esenciales y adecuados para la iglesia, porque les permiten a las gentes hacerse partícipes de su misión como bautizados – miembros de la iglesia. ?Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a todas las personas?? Yo estaré con ustedes hasta el final?? (Cfr. Mt 28, 19 -20. Mc 16, 15 -20. Lc 24, 47 -53), les imprimen y ayudan a sentirse identificados más porque él mismo acompaña los diferentes procesos, actividades dentro de los grupos de la pastoral y entra en relación con las personas, en muchas ocasiones hasta suele confundirse al sacerdote con un laico.

?? Pastores que solo delegan trabajo ? el movimiento de la evangelización: suele suceder mucho en sectores de clérigos instalados, delegan actividades nunca acompañan, pero si exigen resultados. Suelen a ser ?dictatoriales?, solo se dedican a hacer las tareas que los fieles no pueden hacer, casi que reduciendo sus ministerios a la administración sacramental.

?? Pastores autosuficientes ? trabajan solos: son aquellos que esperan que todo les llegue o hacen lo que pueden sin compartir la pastoral, creen que la pastoral esta designada al sacerdote solamente, puede que no quiera contar con el apoyo de los laicos porque teme a equivocaciones, duda de la capacidad de los laicos??

?? Pastores que no trabajan, desinteresados por la pastoral: en palabras más coloquiales de pronto como diría el papa Francisco, sacerdotes mas no pastores: ?casa solas? que no cuidan las ovejas ni mucho menos salen a buscarla, en vez de motivar la pastoral y acercar a los laicos y a la feligresía la alejan, muestran su desánimo, reniegan de lo que les corresponde hacer. No trabajan ni dejan trabajar, pues también son causa de tropiezo y desánimo en la evangelización y la misión.

Juan Pablo II dijo una vez que: ?la iglesia está al servicio de la sociedad, y no al contrario??. Muy acorde estas palabras a las mismas que se dicen en los evangelios sobre Jesús ?No he/ha venido a ser servido, sino a servir?? (Mt 20,28. Mc 10, 45). Hay pastores/sacerdotes que son conscientes de replantear la pastoral, de darle continuidad al Concilio Vaticano II buscando estrategias más acentuadas y asentadas para responder y corresponder a los signos de los tiempos. Hago la siguiente clasificación proponiendo el panorama pastoral:

?? Hay pastores que creen que el problema es de la iglesia ? pueblo de Dios: son aquellos que manejan una prepotencia y quieren imponer ?colonizando? la fe, las leyes, las normas; dónde sean los laicos y la feligresía quienes escuchen y obedezcan sin opinión alguna. Son los que dicen que ni la feligresía ni los laicos les incumbe proponer estilos de pastorales o métodos de evangelización. Peor aún, cuando al no sentir que los laicos ni la feligresía les acatan las órdenes ?les copian? manejan lenguajes condenatorios y escabrosos influenciándole miedo?? Me provocaría a preguntarle con sus discursos rigurosos: ¿Quién podrá salvarse? Quizá ni ellos mismos se salvan, o no se sienten salvos.

?? Hay pastores que desean volver a la antigua: son aquellos que no aceptan nuevos métodos y/o modelos pastorales ni siquiera por la misma institución eclesial, hace una ruptura a las diferentes propuestas del Concilio Vaticano II, son los que creen que nada debe evolucionar sino que tenemos que volver a lo de antes, suelen utilizar algunas palabras para designar lo nuevo ?siempre lo hemos hecho así; así nos hemos acostumbrado; no inventemos las cosas han marchado bien como antes????

?? Hay pastores que le apuestan al diálogo ? buscando algo diferente: En algunas partes son mal visto hasta tildados de ?rebeldes – herejes? pero van a lo esencial de la proyección evangelizadora, comparte la vida, el evangelio ?Buena Noticia?, aprender de la comunidad y se hacen uno más entre ella mostrando su cercanía y su sensibilidad. Más que decir y dar, se dan. Articulan la pastoral sin hacer selecciones o proselitismo, entienden que la pastoral es de todos y para todos, se preocupa por el bienestar de la comunidad y tiene en cuenta a la persona, como un ser irremplazable y único. Tiene en cuenta que, recuperar a Jesús no significa sólo tener noticia de lo que fue en concreto su vida, misión y destino, sino participar en ello y reproducirlo a lo largo de la historia. (Cfr. Mt 18, 10, 10 ? 14. Lc 15, 4 – 9).

La acción de la comunidad nos deja caminos abiertos y nos mueve e invita a redireccionarnos para ?recuperar a Jesús, esto no significa sólo tener noticia de lo que fue en concreto su vida, misión y destino, sino participar en ello y reproducirlo a lo largo de la historia?? (Jon Sobrino). La misión está por tanto incluida en el seguimiento; el seguimiento de Jesús y misión son inseparables, Jesús se revela en el camino de la vida de toda persona (Cfr. Mt 4, 18 ? 20. Lc 5, 1 ? 11. Mc 1, 16 20).

Jesús es el Dios misionero, que sale no se enfrasca en su ser, sino que comparte su vida con los hombres, en palabras de Gustavo Gutiérrez- siguiendo lo que nos dice el Evangelio de San Juan: ?Jesús es la Palabra – Verbo?? dice Gutiérrez: ?la Palabra se hace carne, para que la carne se haga Palabra??. El misionero está llamado a salir missio ? mitto, salir de sus complejos, de sí mismo, de sus instalaciones, comodidades, salir de su vida y hacer su vida con los demás, en la comunidad, porque en la comunidad es donde se manifiesta el Señor (Cfr. Mt 18, 20). Las primeras comunidades cristianas encontraron el sentido de su vida en ?la misión ? predicación ? evangelización?, que fue lo primero que escribieron, iniciando por la resurrección y terminando en la encarnación. El papa Francisco en su nueva encíclica Fratelli Tutti, nos hace la invitación:

?Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos?? (# 8).

La misión es busca, salir de donde nos encontremos, porque el encuentro con los demás nos permite: ?acoger, proteger, promover e integrar?? (ibid. # 129) aunque, seamos diferentes en la forma de pensar, creer, en el color de piel, en la cultura, sexo [??] cuando somos capaces de vivir pensando y vivir en/con todos y en/con todas, podemos decirnos: ?Fratelli Tutti??. Todos/as hermanos/as.