Las bienaventuranzas -- Antoni Ferret

0
335

Enviado a la página web de Redes Cristianas

Versión de Mateo
Al ver a las multitudes, Jesús subió a la montaña, se sentó, y se le acercaron los discípulos. Entonces, tomando la palabra, empezó a instruirlos diciendo:
¡Felices los pobres en el espíritu: de ellos es el Reino de los cielos!
¡Felices quienes lloran: Dios los consolará!
¡Felices los humildes: ellos poseerán la tierra!
¡Felices quienes tienen hambre y sed de ser justos: Dios los saciará!
¡Felices los compasivos: Dios se compadecerá de ellos!
¡Felices los limpios de corazón: ellos verán a Dios!
¡Felices quienes trabajan por la paz: Dios los denominará hijos suyos!
¡Felices los perseguidos por el hecho de ser justos: de ellos es el Reino de los cielos!

Versión de Lucas:
Entonces levantó los ojos hacia sus discípulos y dijo:
Felices los pobres: es vuestro el Reino de Dios.
Felices quienes ahora pasáis hambre: Dios os saciará.
Felices quienes ahora lloráis: vendrá día que reiréis.
Felices vosotros cuando, a causa del Hijo del Hombre, la gente os odiará, os rechazará, os insultará y denigrará el nombre que lleváis. Aquel día, alegraos y haced fiesta, porque vuestra recompensa es grande en el cielo. Igualmente hacían sus padres con los profetas

Pero ay de vosotros, los ricos: ya habéis recibido vuestro consuelo.
Ay de vosotros, quienes ahora vais hartos: vendrá día que pasaréis hambre.
Ay de vosotros, quienes ahora reís: vendrá día que lloraréis.
Ay cuando toda la gente hablará bien de vosotros: igualmente hacían sus padres con los falsos profetas.

Comentario.
Creo que estos textos, complementándose mutuamente, son el núcleo más fuerte del contenido de los textos evangélicos. Y no he escuchado ni leído nunca que fueran debidamente valorados ni entendidos.

Diría que:
1)Invierten del todo las valoraciones más corrientes en la sociedad.
2)Expresan que, desde el punto de vista divino, y por lo tanto desde el cristiano, la élite de «nuestra» sociedad la forman: personas pobres, personas humildes, marginadas, que sufren por cualquier razón; también los pocos gobernantes buenos, los pocos periodistas y autores buenos, los buenos científicos. Y más en concreto, las personas que se ganan la vida trabajando de manera honesta, y las que ni siquiera lo pueden hacer porque no les dejan ocasión de hacerlo. Y sobre todo, aquellos que luchan por la paz y por la justicia.

Y estas personas deben ser tratadas por todos los cristianos/as de manera muy atenta, preferente, afectuosa.
En cambio, las personas ricas, las poderosas, las que tienen mucho prestigio, la mayor parte de los gobernantes (comprendiendo a muchos dirigentes eclesiástico), la mayor parte de los periodistas y autores, tienen que ser consideradas por los cristianos/as como un estadio subalterno de «nuestra» sociedad, y tratadas con atención y respeto, pero siempre desde un punto de vista secundario.