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El negacionismo, el silencio y el ocultamiento de tamaños crímenes de pederastia, primero, el encubrimiento y la falta de denuncia ante los tribunales de justicia, después, y ahora la negativa a crear una investigación independiente de la jerarquía católica española, son la mejor demostración del desprecio a las víctimas, de la falta de com-pasión de dicha jerarquía y la convierte en responsable y cómplice de dichos crímenes.
Mas grave todavía, los pederastas dentro de la iglesia católica se ubican en el ámbito de lo sagrado y en todos los espacios del poder eclesiástico patriarcal: cardenales, arzobispos, obispos, miembros de la Curia romana, miembros de congregaciones religiosa, sacerdotes responsables de parroquias, capellanes de Congregaciones religiosas femeninas, profesores de colegios religiosos, formadores de seminarios y noviciados, padres espirituales, confesores, etc. Todos ellos se consideran representantes de Dios, y sus comportamientos, por muy perversos que sean, se ven legitimados por ?su?? Dios, el Dios varón que ellos han creado a su imagen y semejanza.
La pederastia clerical se convierte así en la mayor perversión de la divinidad, de lo sagrado y de la religión, en su mayor descrédito tanto para las personas religiosas como para quienes están desvinculados de las creencias religiosas, y en total desconfianza de la sociedad hacia las religiones. Pero quizá lo más grave es que el comportamiento criminal de los pederastas y el silencio de la jerarquía terminan por desacreditar a la comunidad cristiana, desconocedora de dichas prácticas durante varias décadas y sin tener responsabilidad alguna en tan terribles crímenes contra niños, niñas, adolescentes.
Investidos así de la masculinidad sagrada, los clérigos detentan el poder sin límite alguno, incluso para delinquir, sin sentirse culpables, y lo ejercen sobre las ?almas??, de las que consideran ?pastores??, sobre las mentes, que pretenden uniformar y sin posibilidad de disentir, las conciencias, que conforman con la estrechez propia del mundo clerical, y sobre los cuerpos, que convierten en su propiedad, objeto de colonización y de uso y abuso a su capricho. Nada hay que los detenga en su voracidad contra las personas indefensas
La creación de una comisión independiente de la jerarquía eclesiástica que investigue los delitos sexuales cometidos por la clerecía es, creo, la mejor garantía para que salga a la luz la verdad sin ningún ocultamiento. La negativa de la CEE a dicha comisión constituye un gravísimo impedimento para el esclarecimiento de los hechos y un atentado contra la verdad. De esa manera están incumpliendo el mandato de Jesús de Nazaret: ?La verdad os hará libres??, lo que me parece un comportamiento anti-evangélico.
El juicio y las sanciones contra los supuestos pederastas deberían recaer también contra sus encubridores, que ocupan las más altas esferas eclesiásticas. Mucho me temo que la Justicia civil siga teniendo todavía un temor reverencial hacia las jerarquías de la iglesia católica que les impida depurar responsabilidades y investigar hasta el fondo a quienes durante décadas han permitido actuaciones tan inhumanas. De todas las formas tengo cierta confianza en que, ante la negativa de la CEE a crear una comisión investigadora independiente, la Fiscalía General del Estado, que ha asumido la investigación de los abusos sexuales cometidos dentro de la iglesia católica, llegue hasta el final y siente en el banquillo de la Justicia civil tanto a los pederastas como a sus encubridores.