En los últimos meses hemos asistido a manifestaciones multitudinarias por la Sanidad Pública. El 74% de la población cree que ha empeorado. Este empeoramiento de la red sanitaria pública es un poderoso propulsor de los seguros privados; según los datos del sector asegurador, el número de pólizas creció un 32% en la última década??.
Tras la Segunda Guerra Mundial se constituyeron estados del bienestar, estados sociales y democráticos de derecho, resultado de un pacto entre capital y trabajo, tras las históricas conquistas del movimiento obrero. Una red de servicios públicos garantizaba la seguridad social para todos los ciudadanos ante las situaciones precarias de la existencia. En Europa dieron lugar a sistemas de salud universales y con financiación y gestión pública, diferenciándose netamente del modelo estadounidense, ligado tanto al aseguramiento privado, como al hecho de tener trabajo.
Pero, en las últimas décadas, los procesos de financiarización, propios de la ideología neoliberal, que transforman en mercancía todo lo que tocan, han desencadenado un tsunami privatizador de sectores públicos, como la sanidad, que puedan convertirse en negocio para los accionistas de los fondos de inversión. En nuestro país, el año 2021 la sanidad privada ha batido récords. Los sectores asegurador y hospitalario han sumado una facturación anual conjunta por encima de los 20.000 millones de euros.
Así es como las necesidades básicas, (salud-vivienda-educación-pensiones, etc.) que las constituciones del estado de bienestar habían definido como derechos sociales fundamentales y universales, pueden convertirse en la mejor fuente de negocio privado. Van mutando en un bien de mercado, en activos financieros, en una inversión segura ya que son necesidades ineludibles para cualquier ciudadano que aspire a vivir con dignidad.
Para justificar un cambio de este calado, desde el mismo poder político se ha ido degradando previamente la Sanidad Pública reduciendo sus presupuestos, concertando con empresas privadas la gestión de lo público, promocionando servicios privados (para los que tengan recursos) en nombre de la ?libertad de elección??.
Y toda una red de medios de comunicación facilitan este proceso persuadiendo a la opinión pública de que ?Lo privado es lo eficiente frente a la ineficiencia de lo público??; presentando como operaciones de ?colaboración público-privadas?? lo que termina siendo una parasitización de lo público por los intereses privados; promocionando campañas de reducción de impuestos, ya que -dicen- ?donde mejor está el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos???? como si los recursos públicos no formaran parte también de este bolsillo.
A pesar de todo, en los últimos años, cada vez más sectores de esa opinión pública van descubriendo las consecuencias concretas que estas consignas tienen en la vida de cada día. Vamos sabiendo que en marzo-2023 en Madrid, por ejemplo, hay 856.580 personas esperando para una cirugía, una prueba o una consulta en la sanidad pública (426.978 esperando más de 90 días), que hay un millón de personas sin médico de Atención Primaria asignado, que hay 22 barrios o municipios sin el centro de salud que les prometieron, etc.
Y van articulándose diferentes movimientos que se oponen a la ocupación, por parte de una pequeña oligarquía, de espacios y servicios públicos para convertirlos en negocio privado. En sus luchas recuerdan la exigencia que plantea la Constitución de garantizar para todos los ciudadanos los servicios esenciales que permiten una vida digna. Pero no bastan declaraciones constitucionales; será necesario, para hacerlas efectivas, volver a tomar el futuro en nuestras manos, saliendo de parálisis individuales y colectivas, y asumiendo las responsabilidades que comportan gestionar la vida común.
Quien no entiende la solidaridad bajo estos parámetros, confunde el bienestar social de todos con el bienestar privado que cada cual pueda pagarse. Recordamos, una vez más, la palabra de Francisco en ?Fratelli Tutti??: ?Cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de manera inesperada la pandemia de Covid-19 que dejó al descubierto nuestras falsas seguridades?? Necesitamos constituirnos en un ?nosotros?? que habita la casa común, cuidar el mundo que nos rodea y contiene y cuidarnos a nosotros mismos. Ese cuidado no interesa a los poderes económicos que necesitan un rédito rápido.??