Los BRICS en la geopolítica mundial

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Frente al G-7 compuesto por los países desarrollados (EEUU, Reino Unido, Canadá, Alemania, Francia, Italia y Japón) surgió en 2009 el grupo de los BRIC que lo formaron, en un principio, cuatro Estados emergentes en desarrollo ( Brasil, Rusia, India y China). Al unírseles Sudáfrica en el año 2011 el grupo pasó a denominarse “Los BRICS”. En 2023 admitieron a Arabia Saudí, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía y Argentina; pero, al ser elegido presidente, Milei sacó a Argentina de este grupo.
En la última cumbre anual de octubre 2024, fueron incorporados los países de Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajstán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam. Venezuela y Nicaragua, aunque contaron con el visto bueno de nueve de los diez Estados miembros, no fueron admitidos por la oposición de Lula, actual presidente de Brasil. Luego esta nueva organización internacional lo componen 23 países miembros.
Si durante la Guerra Fría predominó el dominio bipolar donde EEUU y la URSS se repartían el mundo, con la crisis soviética de 1989 EEUU aprovechó para imponer su dominio monopolar. Aunque los BRICS+ todavía no tienen estructuras y organismos consolidados, progresan en transformar las organizaciones internacionales como la ONU y el Consejo de Seguridad para avanzar en una hegemonía multipolar.
La radical oposición económica, política y militar de EEUU a las superpotencias emergentes que van disputando al imperio actual su influencia dominante en el mundo, ha motivado alianzas estratégicas de Rusia y China, también de Rusia, China e Irán; así como la ayuda fundamental de estas dos superpotencias a Venezuela, Cuba y Nicaragua. China intervino eficazmente, a su vez, para mejorar las relaciones estratégicas entre Arabia Saudí -bajo la influencia norteamericana-, con Irán -que permanece en el área de coincidencia de intereses con Rusia-.
En este contexto, se desarrollan algunos de los conflictos armados actuales. La guerra en Ucrania de La OTAN contra Rusia para desgastarla y, si es posible, dividirla en dos o más Estados; así como el genocidio que realiza Israel contra los palestinos para sacarlos de todo el territorio. En ambos, EEUU con el apoyo de la UE y la OTAN, pretende imponer su dominio en el mundo, acrecentado desde la llegada del Trump. A su vez, China se está rearmando cada vez más, ante la fuerte disputa, no solo por la isla Taiwán, sino también para evitar su progresiva influencia en los cinco continentes del comunismo chino.
Es evidente, pues, que los BRICS+, aunque los países que lo componen asumen su diversidad ideológica que van desde la amistad con EEUU y la UE, pasando por la imparcialidad, hasta opositores al imperio; asimismo, van progresando en ser una alternativa económica, científica y política a las organizaciones internacionales nacidas de la Segunda Guerra Mundial, tales como la ONU, el Consejo de Seguridad, el FMI, el BM y la OIT.
En esta línea, frente al FMI y el BM, los BRICS+, ya han creado su propio Banco de Desarrollo; frente al dólar se va extendiendo el uso de monedas propias en las transacciones internacionales y el BRICS PAY como sistema de pago y embrión de una moneda alternativa. Los BRICS+, con estas instituciones, van evadiéndose de las sanciones económicas, el aislamiento internacional y la imposición hegemónica con que EEUU y la UE castigan a los Estados díscolos.
A medio y largo plazo, tendrán que pensar los miembros del BRICS+, si les interesa instalar una organización de defensa militar que proteja a los pueblos que se integran. Con los BRICS+, se puede decir que ha nacido el multipolarismo. Ya en el poder imperial, es previsible que Donald Trump desate una oposición arancelaria, económica, sancionadora y política contra los BRICS+.
Aunque los BRICS+, pretendan mejorar las relaciones internacionales entre las naciones, es evidente que los creyentes y personas de buena voluntad, para realizar el bien común de la humanidad, habrán de seguir comprometiéndose por hacer avanzar la paz, la justicia, la libertad, la democracia, la propiedad comunitaria, la igualdad, la fraternidad, el respeto, la autodeterminación, la dignidad y los derechos humanos entre los pueblos, comunidades y personas.