La mañana del 11 de octubre de 1962 la plaza de San Pedro era inundada por 2.500 obispos que se dirigían hacia la basílica vaticana. Se abría el Concilio del siglo XX y empezaba una nueva época para la Iglesia. Se notaba un entusiasmo general pero no faltaba el desprecio de algunos altos funcionarios de la curia vaticana, para quienes el Concilio no sería en todo caso más que un cohete sin explotar; decían: «Cuando se cansen de bostezar, los obispos volverán a casa». Pero en el discurso inaugural, en medio de una larguísima celebración en latín de casi 5 horas de duración, el Papa Juan XXIII sorprendió a todos…
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