Josep Torrens ? Portavoz d?Església Plural
El Punt Avui (Edición digital) 04/05/2016
Soy cristiano, católico (por este orden) y uno de los fundadores de una entidad denominada Església Plural, que desde hace 15 años procura dar voz y visibilidad al sector de los católicos catalanes de una sensibilidad eclesial más abierta. En el vocabulario más popular, un grupo de laicos y laicas «progres» de la Iglesia catalana, quizás uno de los más representativos. De los objetivos de nuestra entidad, uno de ellos es colaborar a que la sociedad valore el hecho religioso y espiritual como algo positivo para el desarrollo integral de las personas y para el progreso humano en su conjunto. Pensamos que una de las maneras de llevarlo a cabo es establecer un marco de laicidad donde las tradiciones religiosas y espirituales y las convicciones colaboren, en plano de igualdad, con el resto de agentes políticos y ciudadanos, en la construcción de un país más humano, justo y solidario, en definitiva, creemos que la única manera de que la sociedad valore las aportaciones de la religión y las creencias -y podamos acabar con muchos tópicos antirreligiosos que promueven la exclusión del hecho religioso de la esfera pública- será cuando estas se presenten sin ninguna pretensión de control, de preeminencia o de superioridad moral, y se conviertan en servidoras de los hombres y mujeres de nuestro país.
Acabar con estos tópicos antirreligiosos es muy complicado cuando nuestra sociedad tiene todavía muy reciente un período histórico marcado por el nacionalcatolicismo y donde, actualmente, todavía, una parte de la jerarquía católica presiona para no perder sus cuotas de poder e influencia sobre los asuntos políticos, sociales y morales que afectan al conjunto de la ciudadanía.
Llevamos años pidiendo que a la celebración del día de Sant Jordi se la libere de la carga confesional que representa el hecho de que los actos institucionales empiecen con una misa y la bendición de las rosas por parte de la jerarquía católica de Barcelona. No tendríamos nada que objetar si esta misa la organizara el arzobispado de Barcelona en una iglesia e invitara las autoridades del país y de la ciudad, pero, como cristianos y como ciudadanos, consideramos inadmisible que sea un acto convocado por la Generalitat y llevado a cabo en sus dependencias, la casa de todos. En cambio nos parecería muy oportuno que en el marco de la fiesta de Sant Jordi, el hecho religioso tuviera una presencia específica en forma de acto interreligioso que reuniera a catalanes de diversas procedencias y diferentes convicciones y tradiciones religiosas en un evento que hiciera patente el compromiso de servicio al país, su cultura y sus tradiciones.
Esta sugerencia la hemos hecho a todos los gobiernos de CiU y al de los dos tripartitos sin ningún éxito. Este año pensábamos que no sería necesario pedirlo porque creíamos que el gobierno de Junts pel Si, comprometido en preparar el país para lograr la independencia y crear un Estado moderno e igualitario, tendría claro que no se pueden hacer actos institucionales de carácter confesional y habría diseñado un nuevo formato de celebración. Desgraciadamente no ha sido así.
President, usted es cristiano y otros miembros de su gabinete también, y creo que nos corresponde especialmente a los cristianos hacer los gestos que ayuden a que la sociedad cambie su mirada sobre el hecho religioso y su papel social. Confío en que en el futuro encontrará la forma de conciliar la tradición con nuevas formas de celebración que respete la laicidad y a la vez ayude a visualizar el sentimiento religioso plural y diverso de una gran parte de la ciudadanía.
Ningún Sant Jordi confesional más, por favor.