LUIS PERNÍA. En nombre de las Comunidades Cristianas Populares de Andalucía.
Cuando el mundo aún sigue estremecido por la irrupción de Covid-19 y su incidencia en las desigualdades socia les, el pasado domingo, 21 de marzo, Día de la Eliminación de la Discriminación Racial, volvía a recordarnos la igualdad de trato, eliminando la discriminación racial para el logro de una sociedad diversa, plural y cohesionada. Un recordatorio urgente y necesario. Y es que el pasado 31 de diciembre de 2020 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobaba, con el apoyo de 124 estados, una resolución de medidas concretas para la eliminación de la discriminación racial, del racismo, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia. La decepción fue que los países occidentales, entre ellos España, se abstuvieron en esta resolución que busca intensificar los esfuerzos de lucha contra el racismo.
Llovía sobre mojado. En 2019 España también se abstenía en otra Resolución contra la glorificación del nazismo y otras formas políticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo, que finalmente se aprobó el 16 de diciembre de 2020. Ambas abstenciones manifiestan una falta de voluntad política para abordar el racismo, un fenómeno arraigado en nuestro país, aunque preguntar en nuestros círculos de amigos y familia si somos racistas, se percibe como extraño u ofensivo. Sin embargo, con frecuencia, escuchamos comentarios como «nos quitan el trabajo», «reciben más ayudas que nosotros», «solo vienen por las pagas del Estado», «Si tanto te gustan, mételos en tu casa», que dejan al descubierto la persistencia de pre juicios, estereotipos y actitudes excluyentes.
Un breve recorrido histórico al racismo nos lleva desde los oscuros tiempos del pasado esclavista, donde fuimos de los últimos estados en la abolición, a finales del siglo XIX, a los numerosos desencuentros racistas violentos entre payos y gitanos, y a los hechos más recientes contra personas migrantes. Algunos hitos han sido: el asesinato de Lucrecia Pérez en Aravaca (1992); los incidentes de El Ejido, el episodio violento colectivo racista más significativo de nuestro país (2000); y el incendio de los almacenes chinos de Elche; (2004). Al no existir vías legales para emigrar a Europa, hay que considerar también como racismo las 2.170 víctimas, que según fuentes de Caminando Fronteras, han perecido en 2020 en las cuatro rutas que tienen a España como destino (la canaria, la-del Estrecho, la de Alborán y la de Argelia).
Discriminación étnico-racial es todo trato diferenciado, excluyente o restrictivo basado en el origen étnico-cultural (hábitos, costumbres, indumentaria, símbolos, formas de vida, idioma y creencias de un grupo social determinado) y en las características físicas (como el color de piel, facciones, estatura, color de cabello, etc.) que tenga como objetivo anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos y libertades fundamentales de las personas en la esfera política, económica, social y cultural.
Experimentamos un auge de la xenofobia al calor de discursos de partidos populistas que agitan los fantasmas y miedos de la inseguridad y el paro, igual que sucede en otros estados europeos. Al mismo tiempo, cada vez son más las voces que denuncian el racismo sufrido en España: el actor Marius Makon, que ha trabajado en varias series, y al que cuando intentaba pedir un desayuno en un bar una señora le dijo que «no quería ver a un negro detrás». Acto seguido le propinó un botellazo advirtiéndole «soy blanca, te puedo matar y no pasa nada»; o la activista Desirée Bela-Lobedde ante la inquina por su documental ' Soy negra en España' o la concejala Fátima Taleb, escupida en la cara por pertenecer a la minoría musulmana de Badalona; o el futbolista Iñaki Williams por los insultos en el campo de fútbol, o la reciente ganadora del Premio Nadal de novela, Najat El Hachmi.
Ya no podemos seguir ocultándolo. Los datos visibilizan esta realidad invisible. Los informes anuales de Interior sobre la evolución de los delitos de odio en España ponen de manifiesto el incremento de las denuncias por discriminación racial. Los delitos e incidentes de odio aumentaron un 6,8 % en 2019 con respecto al año anterior, y los motivados por racismo y xenofobia fueron los que más incrementaron, un 20,9%, respecto a año 2018.
Por otro lado, los avances en el ámbito normativo por eliminar el racismo y la xenofobia han sido muy pobres. A nivel estatal, la Estrategia Integral contra el racismo y otras formas conexas de intolerancia, aprobada en 2011, ha quedado anticuada y es preciso adecuarla al contexto actual. Las políticas migratorias en el ámbito de las comunidades autónomas o entidades locales están prácticamente ausentes. Por ello, España está siendo apremiada para desarrollar un marco normativo en forma de una ley integral contra el racismo y la xenofobia.
Será, pues, fundamental un diálogo con la sociedad civil, aprendiendo de otros países que han sufrido graves estallidos sociales por motivos racistas. En definitiva, es momento de actuar contra el racismo a través de políticas y acciones valientes, que permitan construir una sociedad diversa, plural y cohesionada en la que la igualdad de trato y oportunidades sean reales, recordando a Nelson Mandela «Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión».
LUIS PERNÍA, en nombre de las Comunidades Cristianas Populares de Andalucía.