Ricardo Blázquez en la inauguración de la Plenaria episcopal: «Debemos pedir perdón»

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Religión Digital

Bl?¡zquez1.jpgEl presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, se ha referido hoy en su dircurso de apertura de la Asamblea Plenaria de la CEE a la guerra civil. Al recordar ese «periodo doloroso y agitado» de la historia de España, ha dicho, «en muchas ocasiones tendremos motivos para dar gracias a Dios por lo que se hizo», pero, «probablemente en otros momentos, ante actuaciones concretas, sin erigirnos orgullosamente en jueces de los demás, debemos pedir perdón y reorientarnos».
Blázquez señala al respecto que «la «purificación de la memoria», a que nos invitó Juan Pablo II, implica tanto el reconocimiento de las limitaciones y de los pecados como el cambio de actitud y el propósito de la enmienda».

El presidente de la Conferencia Episcopal Española ha mencionado además las recientes beatificaciones de mártires en Roma y la Ley de la Memoria Histórica. Sobre ello ha manifestado que «no es acertado volver al pasado para reabrir heridas, atizar rencores y alimentar desavenencias» y que «la búsqueda de la convivencia en la verdad, la justicia y la libertad debe guiar el ejercicio de la memoria».

Tras felicitar a los arzobispos de Barcelona y Valencia, García-Gasco y Martínez Sistach, respectivamente, junto al sacerdote Urbano Navarrete, recientemente designados cardenales por el Papa, así como al portavoz de la CEE, Juan Antonio Martínez Camino, nombrado obispo auxiliar de Madrid el pasado sábado, Ricardo Blázquez centró su discurso en el reciente acto de las beatificaciones de 498 mártires en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

El también obispo de Bilbao expresó su deseo de que los historiadores contribuyan a que se haga ‘plena luz sobre nuestro pasado: Qué ocurrió, cómo ocurrió, por qué ocurrió, qué consecuencias trajo’.

Para Blázquez, esta aproximación abierta, objetiva y científica ‘evita la pretensión de imponer a la sociedad entera una determinada perspectiva en la comprensión de la historia. La memoria colectiva no se puede fijar selectivamente; es posible que sobre los mismos acontecimientos existan apreciaciones diferentes, que se irán acercando si existe el deseo auténtico de comprender la realidad’.

Tras afirmar que cada grupo humano, como la Iglesia católica, tienen derecho a rememorar su historia y a cultivar su memoria colectiva ‘porque de esta manera profundizan también en su identidad’, Blázquez dijo que esa actualización del pasado, además de ensanchar la conciencia compartida puede sugerir actuaciones de cara al futuro, ya que memoria y esperanza están íntimamente unidas’.

‘Pero -advirtió el presidente de la CEE- no es acertado volver al pasado para reabrir heridas, atizar rencores y alimentar desavenencias. Miramos al pasado con el deseo de purificar la memoria, de corregir posibles fallos, de buscar la paz’.

Para el obispo de Bilbao la búsqueda de la convivencia en la verdad, la justicia y la libertad debe guiar el ejercicio de la memoria, y recordó que un cristiano no puede dejarse llevar del odio, aunque sea en nombre de la justicia.

Habrá momentos para dar gracias por lo que se hizo y por las personas que actuaron, y probablemente en otros y ante actuaciones concretas, ‘sin erigirnos orgullosamente en jueces de los demás, debemos pedir perdón y reorientarnos’, añadió Blázquez citando a ‘la purificación de la memoria’ a la que invitó Juan Pablo II.

En su intervención citó varios documentos de la CEE sobre la necesidad de perdonar por todos los que se vieron implicados en la Guerra Civil, de uno u otro bando, ‘en acciones que el Evangelio reprueba’, para señalar: ‘recordamos la historia no para enfrentarnos sino para recibir de ella o la corrección por lo que hicimos mal o el ánimo para proseguir en la senda acertada’.

Dijo también el prelado que aunque ‘nosotros nos referimos a los mártires cristianos, mostramos nuestro respeto a las personas que han mantenido sus convicciones y han servido a sus causas hasta afrontar las últimas consecuencias’.

Las beatificaciones de los mártires ‘no supone desconocimiento ni minusvaloración del comportamiento moral de otras personas, sostenido con sacrificios y radicalidad’, afirmó el presidente de la CEE.