Los miles de ecologistas expulsados por overbooking de la conferencia del clima se vieron obligados ayer a agarrarse a internet para seguir el desenlace de la cumbre. Solo un representante de las entidades españolas, el sindicalista Joaquín Nieto, pudo contemplar en directo el duro tira y afloja de los gigantes del planeta. El resto se buscó la vida en hoteles y centros sociales de Copenhague, después de abandonar el complejo improvisado para ellos por la ONU, cuyas conexiones a la red eran «deplorables», según explicaba Mar Asunción, representante de WWF España.
«Los correos electrónicos no nos llegaban y los discursos se veían entrecortados. Hemos tenido que alquilar unas estancias en el centro social Varteon, cerca del ayuntamiento», relataba la dirigente ecologista, que hasta ahora siempre había seguido minuto a minuto las negociaciones climáticas de las cumbres más decisivas. Algunos militantes de base regresaron decepcionados a sus países, pero la gran mayoría, según Mar, continuaban ayer al pie del cañón. «Resistiremos en el destierro», prometía.
Joaquín Nieto, presidente de honor de la organización sindical Sustain Labour y el único español que pudo hacer declaraciones en el Bella Center, enmarcó la marginación del resto de los ecologistas en de la estrategia de descafeinar la cumbre que ha marcado la recta final de la negociaciones. «Hay quien teme a la sociedad civil y quiere apartarla», criticó, recordando que «las oenegés han formado parte de la lucha contra el cambio climático como ningunas otras».
¿Qué consecuencias ha tenido el destierro para el resultado de la cumbre? Al contrario de lo que pudiera parecer en el mundo de las nuevas tecnologías, donde las distancias han dejado de existir, el contacto directo de los ecologistas más solventes con las delegaciones de sus respectivos países es considerado imprescindible para evitar el cambalache. Las oenegés ya no están formadas –o no solo– por aquellos militantes coloristas que solo comen verde, sino que cuentan con algunos de los mejores expertos en una cuestión tan compleja como la mitigación del efecto invernadero.
«Estoy muy frustada por no haber podido hacer llegar nuestra voz. Esto ha dificultado mucho nuestra labor», se sinceraba Mar Asunción tras lamentar que el Gobierno español se negara a integrar a las oenegés en su delegación oficial para evitar su expulsión del búnker de la cumbre climática.