El nuncio del Papa dice que la defensa de la familia «no va contra nadie» -- Eva Sanromán

0
50

El Comercio Digital

Dice el Nuncio que la Iglesia no tiene partidos ni va contra nadie. Pero, la verdad, cuesta trabajo creerlo cuando hemos visto cómo nuestros obispos en España han venido posicionándose siempre a favor de de la Derecha. Para comprobarlo, solo basta con mirar las muchas manifestaciones y concentraciones convocadas contra el Gobierno durante la presente legislatura. Esa neutralidad política es la que muchos venimos pidiendo desde hace ya mucho tiempo.(Redacción de R.C)
El representante del Vaticano en España asegura que la Iglesia «propone sus valores, pero no tiene partido» Monteiro visitó Covadonga con los obispos asturianos como acto previo a la apertura del Año Santo de la Cruz

La Iglesia «no está contra nadie». Sólo «propone y defiende valores de los que estamos convencidos porque creemos que son los mejores para el individuo y para el pequeño núcleo: la familia». «No puedo hablar de política», aseguró el nuncio del Vaticano en España, el portugués Manuel Monteiro. Pero acabó haciéndolo casi sin querer ayer en Covadonga, tras rezar las vísperas en el día anterior al inicio del Año Santo de la Cruz en Asturias.

«Es mejor para todos que la familia permanezca unida», afirmó Monteiro. De esa manera, «no se dispersan los recursos». Para el representante papal en España, «no hace falta más que echar una mirada al mundo entero para darse cuenta de que los países con mejor calidad de vida son aquellos en los que la familia está unida». Por eso, porque no existe para el máximo representante del Vaticano en España ningún fleco que deje entrever crisis entre Iglesia y Estado, «la Iglesia continuará defendiendo esos valores, porque es nuestra misión», concluyó.

Sin enfrentamientos

Para él, no existen posturas políticas confrontadas entre la jerarquía católica y el Gobierno español. La Iglesia, indica, «está al servicio del hombre desde que es concebido hasta el final y así ha sido siempre. La Iglesia no tiene partidos». Es la justificación para eludir una visión política, la manera de poner por encima los valores que la Iglesia, afirma, «ha defendido siempre», lejos de que la actualidad política se enfrente ahora a un debate profundo entre los distintos puntos de vista que rodean a ese «pequeño núcleo: la familia». El resto, los atisbos que conducen a pensar que los obispos atraviesan por un mal momento en sus relaciones con el Estado «son sólo interpretaciones que se hacen», dijo Monteiro.

En ese contexto empieza a celebrarse a Asturias el Año Santo de la Cruz. Y con ese motivo el nuncio acudió ayer a la Basílica de Covadonga a rezar junto con el arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro, y su obispo auxiliar, Raúl Berzosa, además de con otros sacerdotes y el abad del santuario, Florentino Hoyos. Fue su forma de preparar el día previo a las primeras celebraciones de doce meses dedicados a celebrar la entrega a la Iglesia de las cruces de los Ángeles y la Victoria.

Según su definición, las ceremonias significarán para los católicos asturianos «una llamada a cada uno para ser bueno, para tener una relación personal con el Señor». Así se lo transmitía a las decenas de fieles que se desplazaron el Oriente para compartir su estancia en Covadonga.

En el fondo, las ideas que defendía y resumía ayer Monteiro tienen una base. «No existe una bomba más perfecta que el corazón y todos, a través de la razón, sabemos que alguien la ha creado», aseguró. Con ese corazón se vive y con esa vida se busca una meta.

«Felicidad eterna»

Ahí radica, según el Nuncio, el objetivo último del ser humano: «la felicidad eterna». Y esa meta es la que se intentará alcanzar durante este Año Santo que comienza. Una meta que se puede alcanzar entremezclando «la felicidad en esta vida y en la futura» porque, para él, «en la vida no se encuentra por completo». «Ni el dinero, ni el placer ni el divertimento vacío», aseguró Monteiro, dan la felicidad al ser humano.

Porque esa, según el Nuncio se encuentra «caminando por una carretera justa en la que hay muchos carriles y en la que se sigue un decálogo, el de las señales», lo que equivale, en términos eclesiásticos, «a los diez mandamientos». Sólo ese, según la Iglesia, «es el mejor modo para alcanzar esa felicidad».

Y para ello, «es muy importante la formación» en la fe cristiana. Algo que, de nuevo llevó al Nuncio a hablar del seno familiar «porque es la mejor escuela posible». De ella nace «lo más importante», aseguró, «la realización de la persona para que ésta se sienta feliz» y, de nuevo, «la familia, para eso, es fundamental».

Aunque Monteiro no habló claramente de política sí fue conciso en su negativa a la existencia de una crisis vocacional. «¿Qué es eso?», cuestionó. «No es que no haya sacerdotes, lo que pasa es que no nace gente», justificó, «no existe ninguna crisis». Es más, no sólo no existe esa falta de vocación para Monteiro, sino que «si comparamos los nacidos y consagrados al Señor de hace 30 o 40 años y los que hay ahora, quizá haya más sacerdotes hoy que antes», aseguró.