Religión Digital – Rumores de ángeles
El nombramiento no está firmado todavía. Ni la notificación llegó a Exteriores. Pero todos los mentideros dan por seguro que monseñor Munilla será el próximo obispo de San Sebastián. Si se cumplen los rumores, antesala de la noticia, la única que saldrá perjudicada es la propia Iglesia. La vasca y la española. Por encima de cualquier otra consideración, está claro que no se puede colocar en ese puesto a un obispo que, en vez de ser referencia y punto de comunión y encuentro, va a ser piedra de escándalo y de división. Entre los fieles y, sobre todo, entre el clero, que no lo quiere masivamente.
¿Quién ha sido el genio que ha ideado esta operación? No me caba en la cabeza que haya sido el cardenal Rouco. Entre otras cosas, porque una de las máximas del purpurado madrileño, tanto en Madrid como en Santiago de Compostela, es que el obispo debe arar «con los bueyes que tiene». Es decir, con los curas de los que dispone. El presbiterio no se improvisa ni se domina. Se dirige en la caridad del padre, pastor y maestro. Un presbiterio a la contra hace la vida imposible a cualquier obispo. ¿Recuerdan el caso de Don Marcelo en Barcelona? Y era Don Marcelo.
Puede que sea un simple globo sonda. Pero si el nombramiento se hace efectivo, alguien se lo tendrá que explicar a la comunidad eclesial vasca y española. ¿Qué ha tenido que ver en él el anterior Nuncio, monseñor Monteiro, el cardenal Rouco, el nuncio Fratini que acaba de llegar (y, por lo tanto, parece no corresponderle el marrón), el flamante nuevo miembro del dicasterio de Obispos, cardenal Cañizares, o el consultor del mismo, monseñor Ladaria?
Los curas donostiarras pueden ser más o menos nacionalistas, pero son excelentes sacerdotes. Y ser nacionalista no es pecado, que yo sepa. Además, si nadie es profeta en su tierra, Munilla, naciado en Zumárraga, menos. Porque, es incapaz de mantener al presbiterio unido. No practicó la comunión cuando era simple sacerdote.
Algunos curas de San sebastián amenazan con pagarle con la misma moneda. Lógicamente, no va a producirse cisma alguno. Ni los curas le van a negar el saludo a su eventual nuevo obispo. Pero una diócesis tan complicada como la donostiarra no puede funcionar con un prelado capitidisminuido. Un obispo sin sus curas no es nadie. Es simplemente un obispo impuesto.
Si Munilla tuviese más prudencia, sería el primero en descartase de la sucesión de Uriarte. Pero pertenece a ese sector más conservador de la Iglesia cruzadista, que no se arruga ante nada y que lo sublima todo en aras del sacrificio y de la entrega total. Pobre Iglesia vasca que está pagando tan caro el pecado (que no es pecado) de ser nacionalista y encarnarse en su pueblo, sin excluir a nadie. ¿Por qué el nacionalismo polaco del papa Wojtyla era bueno y el vasco, el catalán o el gallego, pecado?